Rastros I

Paseaba por la pasarela que recorría la parte trasera de la casa, sentía el frío y los nudos de la madera que pisaba en sus pies descalzos. Era la octava vez que pasaba por aquel mismo nudo. La ansiedad empezaba a hacer mella en ella, detestaba tener que estar allí fuera esperando que le contaran algo. Terminó rindiéndose y se sentó en el borde de la pasarela, con los pies colgando a varios metros del suelo. La primera vez que había estado allí se había sentido abrumada por las vistas, por la ciudad que se extendía más allá, por su grandeza, por su elegancia, y sin embargo tener esa decadencia que la convierte en todavía más espléndida. Pero en aquel momento, la bruma escondía los edificios esperando un soplo de aire fresco que los liberase. Se cogió las manos sobre el regazo, estaba nerviosa y estas la delataban, pero lo único que podía hacer era esperar. Ya había hecho todo lo que estaba en su mano para salvarla, tan solo faltaba saber si había sido suficiente. 


⚊ Dani… ⚊Se giró sobresaltada por la presencia. Detestaba que apareciera de esa manera, tan silenciosamente. Pero tan solo era Heiwa y esperaba que le trajera buenas noticias.


⚊ Dime. ¿Está bien? Dime que sí. ⚊La chica de las pecas se llevó la mano a la boca y mordió su propio dedo en un burdo intento de canalizar su frustración contra algo. Heiwa avanzó hasta ella, y se le puso delante, esbozando una pequeña sonrisa. No es que la rubia fuera muy alta, pero la extraña muchacha de piel oscura y marcada todavía era más bajita.


⚊ No te preocupes. Está estable, y espero que despierte en un par de horas. ⚊Puso su mano en el brazo lleno de cicatrices de la loba, y como siempre su tacto era gélido, como si de un cadáver se tratara. Dani no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, porque significaba que habían llegado a tiempo. Pero esas horas se le iba a hacer eternas. 


⚊ Avísame cuando despierte si no he vuelto. ⚊Se deshizo del contacto y se encaminó hacia la salida.


⚊ ¿Qué le digo a Hoshi? ⚊Eso hizo que la rubia se parase y terminara girándose para volver a enfrentarse a los translúcidos ojos de su interlocutora.


⚊ Qué Blythe está estable, que el encargo está donde le toca y que me voy a dar una vuelta, antes de que me vuelva loca y os saque las tripas de un mordisco. ⚊Dicho esto se giró en dirección a la salida, y murmuró entre dientes antes de irse.⚊ Creo que resume bastante bien la situación.


Una vez en el recibidor, optó por no coger la chaqueta, igualmente no iba a tener frío. Se enfundó los primeros zapatos que encontró por ahí, y guardó las llaves y el móvil en los bolsillos de sus vaqueros. Y salió a la calle. Seguía sin acostumbrarse a la sensación de traspasar el umbral de la casa, aunque cualquiera que entrase entraría a una tienda. Cuando hubo dado un par de pasos, se giró para contemplar aquella tienda que no destacaba en la concurrida calle, pero que sin embargo era demasiado especial. A veces sentía lástima de los mortales que vivían por aquí cerca que desconocían lo que estaba un par de casa más allá de la suya, y mejor que siguiera así, no quería ni imaginarse lo que serían capaces de hacer. Todavía tenía pesadillas y sentía como le tiraban las cicatrices de su espalda. Conocía la crueldad de los humanos y su temor a lo desconocido.


Se internó en el laberinto que suponía la ciudad esperando camuflarse entre la gente, pero solía desencajar fuera donde fuera, ya fuera por su salvaje pelo, por sus abundantes pecas, o sus nada camufladas cicatrices. Pero como cada día sentía las miradas de desconfianza de la gente, como evitaban tocarla incluso de forma casual, así que como siempre, terminó desviándose en alguno de los callejones para trepar hasta los tejados, donde se sentía algo más libre y mucho menos juzgada. Trepó por una escalera de incendios, hasta que llegó a la azotea. En el camino había espantado a varios gatos callejeros, esas bestias inmundas, pero ninguno tenía suficientes agallas para enfrentarse a ella. Se dejó caer en forma de estrella, para observar el cielo. Algunas nubes solitarias se movían interrumpiendo el inmaculado azul del cielo. Por la posición del astro rey sabía que la hora de comer había pasado, aunque no se había visto con ánimos de hacerlo, ni tenía un ápice de hambre, pero igualmente significaba que lentamente se acercaba la hora en la que la oscuridad ampararía los actos no tan nobles y no tan humanos, que ella tan bien conocía, pero a los que no tenía ganas de enfrentarse. Sin embargo, tenía menos ganas de enfrentarse a Hoshi. Le pediría explicaciones, porque había tenido que huir de esa manera, porque Blythe había terminado herida, porque no habían sido más delicadas, ni más cuidadosas, y una larga lista de cosas que podrían pasar perfectamente porque iba con una camiseta naranja en lugar de una verde. Resopló, sabiendo que eso no le iba a solucionar nada. 

Pero al respirar de nuevo, una fragancia que desentonaba mucho llegó hasta sus fosas nasales. Como si tuviera un resorte en la espalda, se incorporó de un salto, quedando con las manos delante suya. Inspiró hondo a fin de poder lograr captar bien el olor. Y una vez lo hizo, no hubo duda. Era un hedor inconfundible, que difícilmente una mujer lobo podría olvidar en su vida entera. Olía a sangre de vampiro. No eran buenas noticias. Y menos cuando aún se veía el sol en el horizonte. No quería meterse, sabía que a Hoshi no le iba a gustar ni un pelo, y que además los vampiros se supone que son sus enemigos a muerte, pero algo le decía que algo no andaba bien. Pensó que si tan solo se aseguraba que todo iba bien no pasaría nada, así que se dirigió a la carrera hacia el origen del perfume.


Lo que encontró distaba mucho de lo que había previsto, humanos matando a un vampiro, quizás por error o a consciencia, si no eran vampiros atacando a un vampiro. Una pareja, dos varones, uno mayor que el otro, contra un joven vampiro, que no parecía que casi hubiera pasado la pubertad, aunque con los vampiros la apariencia confunde mucho. Estaban en un edificio en obras, así que teniendo en cuenta que no parecía que estuviera activo, pensó que no habría peligro para los humanos. Se quedó subida al borde del edificio anterior al que alojaba la pelea observando lo que parecía una trifulca interna. Los observaba curiosa, ya que siempre habían mostrado desprecio por ella, por ser lo que era, pero nunca había sentido eso por ellos, no terminaba de entender de dónde venía ese odio. Le recordaba a la historia de los Capuleto y los Montesco, aunque suponía que había algo más biológico que una pugna de poderes políticos. Aunque seguía sin estar convencida de las “intenciones” de esa batalla, parecía como si la pareja estuviera agrediendo al joven, el cual ni siquiera se había defendido en condiciones, y tan solo se dedicaba a alejarse. El olor a sangre de vampiro era fuerte, pero se mezclaba con... ¿terror? Era sutil, y hasta que no había estado tan cerca y un rato con la mosca tras la oreja no había reparado. Pero el hecho que le confirmó sus sospechas fue que el vampiro que estaba siendo agredido intentó escabullirse sin mucho éxito. A Dani no le molaba nada tener que meterse en esas cosas, pero olía a chamusquina, y su carácter le impedía dejar una injusticia como vista e irse a otra cosa. Busco con velocidad la manera más rápida de llegar al otro edificio, y vio que saltando de azotea en azotea podría llegar y seguramente ni la verían venir. Dudaba que no la olieran, pero viendo lo cerca que estaba y que ni se hubieran girado, daba a entender que el olor a sangre de vampiro para ellos debía ser tan potente como para ella. 

En un par de brincos aterrizó en el edificio en cuestión. Sacó un juego de cuchillos, y maldijo por lo bajo nunca hacer caso a Blythe con lo de llevar un arma de fuego siempre encima. Se agachó y analizó el lugar donde se encontraba. Había dos accesos, uno en la zona norte y otro cerca de donde estaba ella, y por lo que había visto los vampiros también de ellos, aunque varios niveles por debajo.  Asomo la cabeza con cuidado por el agujero, observando la planta desierta, buscando como bajar al nivel inferior, algún punto ciego, y lo más importante, una manera de volver a subir a la terraza para poder irse de allí si algo salía mal.↳

La escalera que buscaba estaba un par de metro más allá, y también comprobó que el acceso norte si tenía algún tipo de estructura para salir por él. Así que sin más preámbulos se dejó caer, quedando suspendida por los brazos. En momentos como aquel detestaba ser tan bajita, a la de tres se dejó caer, en un intento de hacer poco ruido, pero la nube de polvo que levantó fue importante. Estuvo a un pelo de estornudar, pero se tapó la nariz a tiempo. Malditas fueran las narices sensibles. Se quedó quieta, esperando a que el polvo volviera a su sitio, notaba como se posaba en sus rizos, en su piel, en la ropa; lo detestaba, pero sacudirse no iba a servirle más que para delatarse.

Avanzó con cuidado hasta el siguiente agujero. Sabía que los vampiros estaban dos niveles por debajo, así que se asomó sin miedo, para revelar un piso similar al que ya estaba. Esta vez en lugar de dejarse caer uso la práctica escalera que había instalado. Le chocaba la distribución de los pisos, ya que lo normal es que hubiera un hueco común donde se comunicaran todos, pero en ese caso era como si cada piso fuera independiente y la comunicación estuviera en diferentes lugares. Ya investigaría para qué y de quién era el misterioso edificio. Se dejó guiar por su olfato hasta llegar al siguiente acceso con escalera. Se cogió el pelo con una mano y se asomó discretamente para ver el panorama. Se habían movido, suponía que el agredido había conseguido levantarse y correr unos metros, aunque lo había cogido de nuevo. Lo que pasaba era que eso los situaba todavía más lejos de su posición. Sin embargo había un bloque de ladrillos que podría servir como escondite. No estaba segura de lo que iba a hacer, era una contra tres vampiros, en el caso de que el que estaba siendo agredido sucumbiera a ese ancestral odio que no lograba entender. Seguramente reñiría a Blythe por atreverse a hacer algo así, pero estaba harta de que pensaran que no sabía divertirse, que no sabía hacer algo a su manera, que siempre seguía las normas de Hoshi. Era más que una buena estratega y rastreadora, era una buena alfa, una buena luchadora. 

Cuando se aseguró que no estaban mirando, se deslizó silenciosamente por la escalera, y se posicionó tras los ladrillos. Se aseguró de llevar bien cogidos los cuchillos, y se asomó ligeramente para ver como solo quedaba la víctima ante ella. Y no vio a los dos agresores, tan solo a la víctima malherida en el suelo; no pudo evitar chasquear la lengua, ya que sabía que o bien llegaba tarde o la habían pillado. Al ver como la figura se movía ligeramente, sabía que era el segundo punto.


⚊ ¿Qué tenemos aquí, Jim…? ⚊La voz era áspera, ronca, como si hubiera fumado toda la vida. Era algo que distinguía a los bebedores de sangre. Miró hacia arriba, para enfrentarse a los juguetones y sanguinarios ojos que la observaban. Tenía al que había valorado como el padre subido sobre su pequeña defensa de ladrillos, inclinado hacia ella. El olor que desprendía era nauseabundo, nunca había estado tan cerca de tanta sangre vampírica, y es que llevaba bastante por encima. No sabía dónde estaba el tal Jim, pero no se podía permitir perder de vista a aquel. Esbozó una sonrisa escalofriante antes de volver a hablar.⚊ ¿Te ha comido la lengua el gato…? 


Soltó una profunda carcajada, como si hubiera sido el chiste más divertido de la historia. Eso crispaba a Dani, pero también sabía que matar a un vampiro era una tarea ardua y bastante complicada, pero tenía un primer paso fácil: decapitar. Estaba perfecto, así que con una precisión a envidiar, y usando su propio cuerpo como fuerza motora, le cortó la cabeza. La sangre empezó a brotar del cuerpo, cayéndole encima, se mezcló con el polvo del salto anterior, era desagradable, pero había otras cosas más importantes que hacer, cómo proteger su vida.


⚊ Muchas gracias. No sabía cómo sacarmelo de encima. ⚊La voz que habló también sonaba a chupasangre, solo que en este caso era menos gruesa, algo más melodiosa, como si no hubiera bebido suficiente. La loba se giró hacia el origen, que era unos metros más para allá. Era el otro agresor, el más joven de los dos, y el que suponía que respondía al nombre de Jim. La respuesta de Dani fue un bufido, revelando su prominente dentadura. Los dientes de los vampiros son largos y afilados, los de los hombres lobo son gruesos, e igualmente mortíferos. El vampiro levantó los brazos en señal de paz.⚊ Me has hecho un gran favor. El motivo… Me da igual.⚊Hizo un gesto rápido con los brazos que puso en guardia a Dani, que esgrimió el cuchillo, pero tan solo había sido un gesto para quitarle importancia al asunto.⚊ No te asustes. Ese descabezado, nunca mejor dicho, era un impedimento en mi ascenso dentro de la jerarquía. Tenía demasiados amigos, lamentablemente para los dos. ⚊Dani torció el gesto sin lograr comprender a dónde quería llegar.⚊ Tú lo has matado, algunos querrán venganza. ⚊ Esta vez fue Dani la que río.


⚊ ¿Acaso te haces una idea de quién soy yo? ⚊Le apuntó con el cuchillo, estableciendo contacto visual directo. Jim parecía confundido, y no pudo más que arquear una ceja intentando descubrir quién podía ser la cría pecosa, llena de cicatrices, sangre y polvo que le apuntaba con un cuchillo. Y entonces se acordó de un rumor. De alguien que en principio no existía, y aquellos que creían haberla visto, estaban tan confundidos que habían acabado negándolo. La gente decía que la Concededora tenía una mujer lobo entre sus filas, que sorprendía a cuantos se cruzaban en su camino, tanto por su excéntrico físico como por sus habilidades. Fue como si un interruptor se activara en la mente del chico, y eso se vio reflejado en su cara. Dani sonrió algo más.⚊ Veo que por fin te das cuenta. No me preocupa que tus amiguitos quieran mi cabeza. Hay mucha gente que ya va tras nosotros. La base de una leyenda es cabrear a muchas personas. 


El vampiro tragó saliva, consciente de la situación en la que se encontraba: tenía delante una figura propia del folclore de los criminales, tenía a Rastros. Y Rastros había matado a su problema, así que en realidad le había hecho un favor, pero como se le ocurriera contar que había sido ella quién lo había hecho nadie le iba a creer, y entonces sería su culpa. Estaba atado de manos y pies. Y en su interior, Dani estaba temblando; sabía lo que la gente pensaba de ella, que era una intocable del grupo de Hoshi, pero la verdad es que en su forma humana dependía de su fuerza, y no estaba de humor para convertirse en una loba salvaje y montar un escándalo con los dos vampiros. Pero eso no tenía porqué saberlo su oponente, él podía seguir creyendo que no debía meterse con ella, y quizás conseguiría salir de esa. 


⚊ Bueno, no hace falta hacer una montaña de un grano de arena. ⚊El chico seguía con las manos en alto, con su mente funcionando a plena potencia intentando descubrir cómo podía lidiar con este problema. En el fondo se oyó un murmullo ahogado del vampiro herido del que parecía que se habían olvidado. Dani no bajó la guardia en ningún momento, sabía que un instante de duda podía echar por tierra todo su esfuerzo.⚊ Yo solo quería sacarme de encima este peso muerto, pero no puedo decir que has sido tú y llegar tan fresco. No me van a creer… Así que no me dejas opción, preciosa.↳ 


Fue breve, un pestañeo. Eso caracterizaba a los vampiros, su velocidad. Eran ágiles, rápidos y elegantes, por contra los hombres lobo pecaban de rudos, resistentes y fuertes, pero sus formas humanas eran más endebles de lo que uno podía esperar. Dani supo aprovechar el muro de ladrillos para interponer unos segundos entre su nuevo agresor y ella, pero sabía que no iba a durar mucho. Podría hacerle unas cuantas heridas, pero como no lo decapitara no iba a conseguir nada, y él sabía que era lo que lo podría parar, así que se alejaba a consciencia. Chasqueó la lengua mientras hacía malabarismos para intentar evitar los ataques ajenos, retrocedía a cada golpe, y notaba cómo le hacía heridas, como le iba cortando lentamente. La nariz de su oponente se iba ensanchando a medida que olía la sangre de la loba, era como un caramelito para ellos, quizás por eso los odiaran tanto; eran su manjar preferido. Y sus ataques se volvieron más directos, buscaba hacerle más heridas, buscaba más sangre, estaba empezando a perder el control sobre su “humanidad”. Eso podría jugar en su contra, o podría ser la peor pesadilla de Dani, porque no hay nada peor que un animal desbocado. Además estaban llegando al final del edificio a medias; y como no lo parara, se iban a precipitar hacia la calle. Quizás él sobreviviera por esa maldita manía de los vampiros de no morir, pero ella la iba a palmar seguro; no creía que caer de espaldas desde un quinto piso fuera algo viable, por mucha resistencia que tuviera.

Recordó alguna de las lecciones que le había dado Blythe, sobre cómo defenderse de varios agresores, y todo eso, y en una le dijo que siempre podía agacharse, aprovechando su baja estatura, y atacar a las piernas si están usando los brazos, como hacen casi todos. Es un blanco bueno, y además te permite desestabilizarlo, así que haciendo una respiración profunda, esperó al momento entre golpe y golpe, y se dejó  caer prácticamente en cuclillas, y con el mismo impulso que había bajado, volvió a subir, solo que en lugar de hacia arriba hacia adelante. Le arañó la cara y se le enredó con el pelo, pero había conseguido derribarlo, lo que dejaba una amenaza inminente muy peligrosa: un mordisco. El vampiro se golpeó la cabeza contra el suelo, lo que le dio unos segundos a la loba para poder clavar con ganas el cuchillo en la parte interna del muslo del no muerto. Anatómicamente siguen siendo humanos y la arteria que pasa por allí es demasiado importante. El chillido que pegó habría roto todos los cristales de la planta si hubiera ventanas. Para el agudo oído de la rubia fuera una tortura, como si le clavaran millones de agujas en la cabeza, lo cual la dejó algo tocada, y no vio venir la patada que la hizo rodar por el suelo, se llevó las manos para cubrirse la cabeza, le dolía demasiado. Mientras el vampiro intentaba incorporarse sin conseguirlo demasiado bien, la laceración en la pierna tenía mal aspecto y perdía mucha sangre. No moriría de falta de sangre, pero se quedaría en un estado de vegetatismo hasta reponer semejante pérdida, y no estaba dispuesto. Podría acabar con ella, ahora que se hallaba indefensa, pero sabía que era pasajero, cuando su cabeza se repusiera, ella contaba con mucha ventaja en esa batalla, sobre todo si no podía ni tenerse en pie, así que aprovechó el momento para poder huir. Siempre podría decir que había conseguido sobrevivir al ataque de semejante bestia, y que tenía lesiones para demostrarlo.


Al recuperarse del grito, Dani vio que se había quedado sola con el vampiro herido. Esos gritos eran una arma poderosa, a la que ya no estaba acostumbrada, y la había pillado con la guardia baja, había llegado a ver borrosos y tener la sensación de desvanecimiento. Agradecía que se hubiera ido, ya que estaba peor de lo que quería reconocer. Estaba cansada, y no había salido con la idea de tener un combate. Había estado gran parte de la noche corriendo con Blythe a cuestas, y la otra parte la había pasado despierta esperando que Heiwa le diera alguna noticia. Se levantó lentamente, asegurándose de que solo era su cabeza la que daba vueltas, y no el edificio; y confiando que sus brazos no fueran a fallar justamente ahora. Se quedó sentada sobre sus talones, observando el panorama. Había sido una locura, y había tenido mucha suerte de que el estúpido que había quedado vivo hubiera sido un criajo ambicioso, y conociera solo los rumores. Suspiro hondo y miró al vampiro herido, que no se había movido en todo ese rato, o quizás sí, porque ahora estaba panza arriba y lo recordaba de lado. Se acercó gateando, seguía sin fiarse de poder levantarse con confianza.

Cuando llegó a su altura, vio que respiraba y que tenía los ojos abiertos, con los que le echó una una ojeada, antes de volver a mirar al techo y murmurar algo incomprensible entre sus dificultosas respiraciones. La loba esbozó una pequeña sonrisa y miró las heridas que presentaba. Se veía claramente que estaba bastante tocado, seguramente estuviera cerca de ese estado suyo de falta de sangre. Ella no era curandera, pero es que tampoco podía dejarlo allí desangrándose, no estaría bien y menos después de toda la bronca, así que meditaba el que hacer cuando habló el chico.


⚊ Me llamo Noah. ⚊Paró para tragar saliva y volver a respirar. La voz le salía dificultosa, y hablaba bajito. Pero a pesar de ello, Dani pudo notar como no sonaba tan áspera ni ronca como cabría esperar de un chupasangre consumado. Seguramente era alguna de esas pobres personas que se habían envuelto en esas espirales de vampiros sin quererlo ni beberlo, y no querían sucumbir. Sintió lástima por él, alguien había decidido por él, le habían arrebatado quién era para convertirlo en algo que no le gustaba. Igual que con ella. Esbozó una pequeña sonrisa.


⚊ Me llamo Dani. ⚊La respuesta del chico fue cerrar los ojos y tomar una respiración profunda antes de volver a atreverse a hablar, pero la voz se le quebró, y tuvo que volver a intentarlo.


⚊ Gracias. ⚊Su voz había sonado más fuerte y al hablar había abierto los ojos y los había clavado en sus pupilas. Era imposible que no supiera que era una mujer lobo y seguro que estaba oliendo su sangre, pero allí estaba, con una especie de sonrisa que tan solo se podría clasificar de mueca, seguramente por el dolor, mirándola directamente a los ojos, sin mostrar miedo. Fue algo inconsciente pero un ligero rubor se posicionó en las bronceadas mejillas de la chica. Hacía mucho tiempo que nadie la miraba directamente más de 10 segundos sin reflejar miedo, y menos aún teniendo en cuenta el aspecto que debía presentar entre el polvo, las heridas y la sangre por todas partes. Así que tomó una decisión; se dejó caer hacia atrás clavando el culo en el suelo y sacó el móvil y marcó. Descolgaron al segundo timbre.


⚊ Hola, soy yo.⚊ Pausa. La rubia se muerde ligeramente el labio y suspira hondo.⚊ Necesito ayuda. Hay alguien herido, y hay que deshacerse de un vampiro decapitado. Es urgente. ⚊Se hizo otra pausa, la cara de circunstancias de la chica revelaba que quizás la información no había sido bien recibida al otro lado de la línea.⚊ Por favor. ⚊Otro silencio.⚊ Gracias Hoshi. Es el edificio en obras del distrito norte, el que está parado. Esperaré aquí. ⚊Colgó el teléfono, y se abrazó las rodillas y escondió la barbilla entre ellas.⚊ Ya viene la ayuda, Noah, todo saldrá bien.⚊ Su voz era un hilo que se fue apagando como ella, no estaba tan claro quién de los dos necesitaba más ayuda.

Comentarios

Entradas populares