Secretos I

El viento se colaba entre los fríos esqueletos recubiertos de impertérrito cristal. Aullaba feroz entre los callejones y levantaba las faldas de las ingenuas transeúntes que buscaban lucir figura y terminaban maldiciendo el aire y luchando por no parecer unas frescas. Aunque a los hombres de larga gabardina los hacía parecer más grandes, más importantes, más elegantes, al ondear tras ellos como si de capas de superhéroes se tratasen. Eso le pasaba a Lib. Su alta y delgada silueta se recortaba contra los perfiles de la bulliciosa ciudad; como una sombra entre la marabunta eufórica, ligeramente borracha y un pelín jocosa. Se oían risotadas recortadas en ese aullador viento junto con algún chillido ahogado de alguna damisela que no había recibido el trato acordado o deseado.

Las noches en esa ciudad eran una sucesión de viajes, intercambios y fechorías que propiciaban ese clima de inseguridad en el que Lib tan cómodo se sentía. Era el caldo de cultivo ideal para poner en práctica sus no tan ortodoxos métodos y sus más que cuestionables objetivos. Pero cuando vives al margen del conocimiento popular, da igual si usas las palabras o el licor para engatusar a los incautos. Aunque esa noche no buscaba una información cualquiera, tenía un objetivo, algo concreto que hacer, así que su a veces aparente y errático andar, esa noche se convirtió un avance seguro hacia uno de los pubs más de moda de la ciudad.

Las malas lenguas decían que estaba lleno de personas de dudosa procedencia, oficio e intenciones, pero lo que no sabían los mortales de a pie que osaban adentrarse en él era que la jerarquía reinante allí escapaba completamente de su comprensión y capacidad. 


Entró en el local y se deslizó hasta una apartada mesa del fondo. Nadie reparó en su presencia, ni quería que lo hicieran; así que no le sorprendió que ni siquiera el camarero cayera en la cuenta de que estaba allí. Observó a una figura que se escondía tras las sombras de las escaleras. Jugaba con un vaso prácticamente vacío entre las manos. Si te fijabas bien podrías ver que su estado general no era demasiado bueno, presentaba unas ojeras profundas, unas marcadas arrugas y una mirada cansada que delataba que los años no habían pasado en balde. Se movió sutilmente y se situó a su lado en completo silencio. El desconocido no parecía sorprendido por la presencia del otro, es más, siguió dando vueltas a esos hielos medio derretidos y a ese último sorbo de su bebida espirituosa. Lib se pasó la mano por el cabello, y fijó su mirada en la cristalina mirada de su acompañante en la mesa. 


⚊ ¿Qué has pedido…?


⚊ Algo para olvidar. ⚊Y tomó el último trago del vaso. Al acabar, lo dejó con fuerza sobre la mesa haciendo que el hielo rebotara por dentro del vaso amenazando con escaparse. Seguía con la mirada fija en algún lugar más allá de aquel antro, complementamente sumido en su más que probable dolor.


⚊ Eso suena dulce. ⚊Levantó la mano llamando al fin la atención del camarero, que pareció hasta sorprendido de la presencia de aquellos dos al final. Levantó los dedos y señaló el vaso de su acompañante. La única respuesta del joven camarero fue un asentimiento de cabeza y como se fue a prepararlo. El silencio volvió a posarse entre los dos individuos, un silencio que solo puede caer entre dos personas que comparten tanto que no necesitan expresarlo en palabras para entenderse. 

Nada pasó entre ellos hasta que el camarero apareció en la mesa, llevando una bandeja con los dos solitarios vasos. No intercambió palabra con ellos, ni siquiera les miró, sin embargo Lib sí que le observó determinadamente, nadie pasaba cerca del moreno sin que él supiera todo lo que se puede saber de alguien físicamente. Reparó en el tatuaje con un nombre de mujer que llevaba en el antebrazo derecho, seguramente su pareja, por el intrincado diseño alrededor coronado por una fecha, seguramente su aniversario. Tenía cicatrices en la parte interior de la muñeca, seguramente de tentativas de suicidio. Su camisa estaba arrugada, y se veía claramente el desgaste por el uso, además del hecho de que le quedaba holgada, demasiado holgada. Tenía muchos números a no poder comprarse una nueva. Llevaba un afeitado descuidado, seguramente haría entre 4 y 5 días en los que no se había afeitado, quizás por pereza, por falta de tiempo, o por esa infundada creencia de que esa barba descuidada queda bien, pero teniendo en cuenta que el pelo le creía a manchas no sabía si era adecuado. Sus lóbulos tenían un aspecto extraño, le recordaban a las orejas que intentaban arreglar después de haber llevado esas monstruosidades que algunos encontraban interesantes. Los oscuros surcos bajo sus ojos revelaban una falta evidente de sueño; y aquellos mismos ojos rojos apoyaban la teoría de que había una necesidad imperiosa de conseguir dinero, Un libro abierto para el moreno, puede que para otros el entorno no sea importante, no le presten atención, ni a él ni a la gente que pasa por ahí, pero si algo había aprendido Lib era que es precisamente el entorno el que tiene las respuestas a las preguntas que te haces muchas veces. Se fue sumido en el más completo silencio, pero el moreno no retiró su roja mirada del chico. Era demasiado evidente que no terminaba de encajar en el rol de camarero, tanto, que no podía evitar pensar que algo se le había escapado. Se hallaba tan absorto en sus pensamientos que se sobresaltó cuando el otro hombre rompió la tensión que habían establecido entre ambos:


⚊ ¿Qué quieres olvidar?¿Deseos pecaminosos…? ⚊Cuando Lib se giró para observar a su interlocutor, vio que había fijado la vista en el camarero que se alejaba, mientras se mojaba los labios con la nueva bebida. La respuesta del moreno fue una pequeña risotada, mientras cogía su bebida y le daba un trago.


⚊ Dejémoslo en pecados en general. ⚊Su interlocutor tan solo asintió, como si aquella fuera la respuesta que esperaba. Se quedó absorto mirando su vaso, viendo como la luz jugaba con los cubitos y la bebida inundaba un pequeño agujero que tenía uno de ellos.⚊ ¿Y usted?¿Qué pretende olvidar? ⚊La postura de Lib había cambiado ligeramente ya que colocó los codos sobre la mesa, con los brazos cruzados, ligeramente inclinado hacia delante. Si hubiera sido una chica todos hubieran pensado que estaba marcando canalillo, pero la camisa perfectamente abrochada de Lib y su carencia de senos no daba esa impresión. El hombre mayor no levantó la vista de su bebida, parecía en trance. Lib se acercó todavía más, y susurró al oído del hombre.⚊ Nadie tiene porque saberlo. 


Esto sí tuvo efecto en el caballero que levantó la vista y vió cómo el mundo se oscurecía, como si la luz sobre ellos fuera tan intensa que no pudiera ver más allá, pero no había aumentado, seguían en la penumbra. Veía cómo la gente se movía lentamente, como una bruma iba apareciendo en la comisura de su visión. Todo se iba perdiendo,  como si todo se alejara sin que se moviera un ápice, todo excepto el larguirucho con el que compartía bebida. Giró la cabeza para intentar ver qué era lo que ocurría, pero no era capaz de articular palabra, era como si su cuerpo ya no le perteneciera. Y entonces se encontró mirando fijamente a esos dos enormes puntos rojos que lo mantenían preso. “Vas a olvidar. Todo. Esta conversación, esta realidad, y todo lo que sabes sobre Youth. Porque esto está mal, es pecaminoso.” Era una voz dura y ajada por la edad, sonaba como un buen whisky con muchos años encima. Y se fue repitiendo hasta que lentamente cerró los ojos y cayó sobre la mesa derramando su bebida por encima de esta. 

Nadie en el lugar pareció reparar ni mínimamente en lo que acababa de pasar. Lib por otra parte, cogió su intacto vaso, y se levantó de la mesa. Al acercarse a la barra, el camarero al fin le miró a los ojos, y por la nerviosa sonrisa que intentó esbozar supo que era lo que no le había acabado de cuadrar con el chico. No era del todo humano, y seguramente su pérdida de peso y sus ojos respondían al proceso de conversión que sufría. No pudo más que esbozar una pequeña sonrisa, antes de acercarse:


⚊ Dile al jefe que está hecho. ⚊Dio un largo trago apurando la amarga bebida. Nunca había entendido el gusto de los humanos por esos brebajes, pero sabía que esa no tenía pinta de ser muy barata, y que al menos el jefe pagase.⚊ Ya sabes como continuar, espero, y cobra lo que haga falta en la cuenta de jefe. ⚊Le guiñó un ojo y se fue del bar, sin que pareciera que nadie más hubiera reparado en su presencia.


La noche no había hecho más que empezar así que después de deambular durante una hora terminó en un lugar muy conocido por él. El bullicio de la ciudad había disminuido, quedando reducido al movimiento de personas que iban abandonando lentamente los locales para irse a refugiar a sus casas. Terminó el cigarro que se consumía en sus labios, y lo apagó contra el pavimento con la punta del zapato. Entró en el cargado local con la esperanza de encontrar a alguien. Cada vez que entraba por esa puerta, se preguntaba por qué entró la primera vez; la distribución era horrible, no podías ver todo el local desde ningún lugar, demasiados recovecos, y una barra central no ayudaba. Y en la última reforma había incluido un pequeño escenario en el único punto donde se tenía una visión medianamente decente del recinto, en el que ahora mismo había una mujer tocando el piano. Además no había mucha gente, siendo en ese momento seis contando la cantante, el camarero y él mismo, por eso no le costó reconocer la cabellera rubia sentada en uno de los laterales del bar. Y respondía a su pregunta cada vez: ella era la respuesta a por qué estaba allí, le atraía como un imán, no podía evitar que sus pasos le trajeran hacía allí cada noche. Se deslizó por el lugar y se acercó por la espalda de la mujer, que se hallaba sumida en la música que venía de la pianista. El moreno posó su mano en el brazo de la chica, que sonrió como si hubiera estado esperando ese gesto por parte del chico. Se dejó caer en la silla de delante de ella.


⚊ Siento las horas, andaba ocupado. ⚊Le hizo un gesto al camarero de que le pusiera lo de siempre.


⚊ Siempre tan ocupado, y tan misterioso. ⚊Lib no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, ya que ella lo había dicho riendo, y su sola presencia parecía aligerar la carga que había sobre sus hombros.


⚊ Pensaba que solo eramos dos personas compartiendo una mesa… 


⚊ ¿Noche tras noche? No creo yo que solo seamos eso. ⚊Le sonrió de nuevo, con esa tierna sonrisa que tanto la caracterizaba y centró de nuevo la atención en la pianista que quedaba a la espalda del chico. Tocaba el Spring Waltz de Chopin, era buena, porque conseguía impregnar la obra con un sentimiento intenso. Ella bebió un sorbo de su vaso, un vodka de impronunciable nombre. Él no apartaba los ojos de la nórdica chica, era incapaz de prestar atención a nada más cuando ella se encontraba cerca. Esperaron hasta que acabó la canción y la chica volvió a abrir los ojos, para observar su bebida y darle un sorbo tras darle una vuelta.


⚊ Esta chica es muy buena. Lástima que nadie se dé cuenta en este antro. ⚊Sonrió de nuevo, lo que fue respondido con una sonrisa del chico.⚊ Pero ya sé que a ti no te gusta el tema del escenario.⚊ Hizo un pequeño gesto quitando hierro al asunto. El camarero se acercó a la mesa y le dejó su bebida sin prácticamente dignarse a mirarlos. La confianza da asco como dicen los mortales. Cogió su vaso y se mojó los labios con esa bebida. 


⚊ No tiene nada que ver con la música. ⚊Levantó la vista y la clavó en los claros ojos de su acompañante. Asintió levemente con la cabeza y bajó la vista a la mesa. Él había reparado en ese comportamiento de la chica en los últimos días; era como si evitara mirarle. No habían sido unos días muy buenos. Hace dos semanas ella, en un mal día en el que había bebido demasiado, dio el tan temido paso; le había dicho lo que sentía por él. Había sido precioso, pero era imposible, por mucho que él la quisiera. Habían quedado en buenos términos, por eso había vuelto, pero sabía que ella seguía sufriendo. 


⚊ ¿Qué te cuentas? ⚊Levantó la vista y miró al chico. En sus ojos se veía que esa mota de tristeza que caracteriza a aquellos que se resignan a sufrir para no perder aquello que les importa. Y se le rompía el corazón. Así que no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa cargada de dolor.


⚊ Pues nada interesante… Ya sabes, lo de siempre. ⚊Dio otro sorbo a su bebida, apartando la mirada de la chica. Nunca le había costado mentir, pero con ella empezaba a serle difícil. No quería mentirle, pero no tenía alternativa, hay cosas que están más allá de sus posibilidades. 

Y la noche se resumió en uno de sus clásicos encuentros, en los que bebían con moderación, intercambiaban ideas, y divagaban sobre cuestiones trascendentales, hasta que fue la hora de despedirse. Fue una despedida fría, Lib evitaba que ella se hiciera ilusiones y sin que ella se diera cuenta, se deslizó tras ella para verificar que se subía segura al taxi, y se quedó parado en un lateral del concurrido local. Sacó el tabaco del bolsillo de su chaqueta y con toda la calma que caracteriza a aquellos que tienen tanta vida por delante que no quieren correr, se encendió el cigarro al que le dio una primera calada profunda.


⚊ El tabaco mata.⚊ No había visto cómo esa figura se ponía a su lado, no había notado nada, y eso le puso en alerta, hasta que reconoció la voz, tan solo era otro viejo amigo.


⚊ Es una vía más rápida… ⚊Tomó otra calada, mientras con la otra mano se la ofrecía a su bajito acompañante, aunque a su lado todos parecían bajos. Aceptó la oferta y cogió un cigarro. El moreno hizo lo propio y con su mechero se lo encendió. Se quedaron en silencio disfrutando de sus cigarros.


⚊ Veo dolor en ti, Cam. ⚊La sola mención de ese nombre hizo que el rictus del alto se contrajera en una mueca de hastío. Tomó una honda calada de su cigarro ya consumido a medias antes de responder.


⚊ No más del normal… Mesec. ⚊Arrastraba las palabras, era consciente de su dolor, del aspecto que seguramente presentaba, pero no era algo nuevo, era su condena y su condición. El bajito al que había llamado Mesec tan solo asintió con la cabeza, antes de hacer una calada muy honda, que consumió gran parte del cigarro que tenía entre las manos.


⚊ Sabes que nos preocupamos por ti. ⚊Se giró y miró al chico con una cara que podría haber pasado por pesar, si no supiera que esa criatura que tenía enfrente era incapaz de sentir ningún tipo de emoción, había sido privado de aquella facultad. Se giró de nuevo cuando vio que no conseguía convencer al chico.⚊ Lo digo en serio. Nos preocupas. Recuerda a quién perteneces.


Era una amenaza velada, no había hecho falta ni siqueira que cambiara el tono, o que diera alguna muestra de lo significaba en realidad. Tenía muy presente los errores de su pasado y quién era, y qué suponía eso, por mucho que quisiera huir de eso. Tomó otra calada, sin alterar su cara, mientras su acompañante se terminaba su cigarro. 


⚊ Recuerdalo. No me gustaría que le pasara nada a la joven señorita Michelle. ⚊En la última calada, que fue al acabar de hablar, sacó el humo por la nariz, mientras tiraba el cigarrillo al suelo y lo pisaba con fuerza. Esta frase si había tenido repercusión en el alto, ya que había cerrado con fuerza el puño y apretado la mandíbula. Odiaba que la gente se viera envuelta en sus horribles decisiones, y la había intentado alejar, pero ella seguía erre que erre.⚊ Ah, por cierto, se oyen rumores de que alguien juega con las sombras…


⚊ Y queréis saber quién es. No me digas más… ⚊Suspiró profundamente antes de hablar, pero su interlocutor le cortó antes.


⚊ Eso a parte. ⚊Se giró y se encaró al chico, la diferencia de altura no conseguía que el rídículo hombre bajito se viera tan estúpido debido al aura que emanaba.⚊ No estaría bien que te pasara nada. Eres un activo muy importante, y no tienes permiso para morir. Recuerdalo. ⚊Soltó el aire, y el moreno esbozó una mueca antes las palabras del pequeño. Lo tenían cogido por los huevos y lo sabía.⚊ Cuando queramos algo más ya te encontraremos. ⚊Le tendió la mano enguantada, que fue cogida por la gran mano de su interlocutor.


⚊ Siempre son un placer estas conversaciones contigo, Mesec. ⚊Esbozó una pequeña sonrisa, evidentemente fingida, pero era un acuerdo que tenían entre ellos.


⚊ Recuerdalo, Cam. Recuerda quién eres. ⚊Soltó la mano del alto y con una leve inclinación de cabeza se incorporó al tráfico nocturno de personas y se perdió entre ellas. Cuando el chico estuvo solo, tiró el cigarro y lo apagó pateandolo como si tuviera la culpa de todo. Era frustrante no poder hacer nada, no era libre ni siquiera para amar, ni para vivir. Le preocupaba que supieran de Michelle, así que lo siguiente que hizo fue acercarse a su casa a comprobar que todo estaba bien. Se paró en las sombras de la calle, lejos de las miradas indiscretas de todos cuantos vivían allí. Contó las ventanas y vio que las luces de la casa de ella estaban encendidas. Estuvo observando unos minutos antes de que la ventana se abriera y ella se asomara al alféizar. La suave brisa jugaba con las cortinas y el pelo de la chica, convirtiéndolo en una imagen preciosa e idílica que él tenía tan claro que tenía prohibido que por un instante hacía que eso fuera aún más doloroso que su condición. En su presencia a veces se olvidaba incluso de respirar, quería absorber todos los segundos, pero a la vez odiaba que viniera una vez tras otra, exponiéndose a lo que desconocía, convirtiéndose en un punto flaco, demasiado flaco. Terminó volviendo dentro, pero no cerró la ventana. Parecía una invitación a colarse dentro, nadie se enteraría, y podría ser feliz por una noche. Pero ellos lo sabrían, ella no lo entendería, pero… Era tan fácil. Unos metros, un salto y dentro. El móvil vibrando en su bolsillo lo sacó de esta ensoñación, devolviendolo a la realidad. Respondió sin mirar siquiera quién llamaba. No había muchas opciones y menos a esas horas.


⚊ Hola, Hoshi. ⚊Una pausa mientras escuchaba.⚊ No, no hacía nada.⚊ Otra pausa.⚊ Claro, ahora voy. Yo me encargo. ⚊Y colgó el teléfono. Mientras lo guardaba de nuevo, observó la ventana abierta, la oportunidad perdida, el que sería el peor error de su vida, o quizás no. Se despidió con un gesto silencioso de la mano, sin esperar respuesta pero sí algo de paz consigo mismo, y se fundió con la oscuridad de la noche para irse sin dejar ningún rastro.


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