Fuerza Bruta II

En aquel abandonado lugar ni tan siquiera se oía un lejano grillo solitario que se atreviera a romper el férreo silencio que se había instaurado en el aire. El páramo es un enemigo letal, que te abrasa en las calurosas mañanas y te deja tiritando en las oscuras y solitarias noches. Seguramente en el pasado aquel lugar fuera un centro de actividad, ocupado por una numerosa familia de campo, que había luchado contra las inclemencias del tiempo para seguir adelante, aunque ahora mismo tan solo había una figura aislada que se veía claramente fuera de lugar y que se sentía igual de incómoda por estar allí.
Se metió las manos en los bolsillos de la sudadera en la que se había tenido que embutir aquella gélida noche. A veces mataría a Dani por sus ideas de bombero, ¿a quién más se le ocurriría citarse en aquel andrajoso edificio en ruinas en pleno desierto? Escondía el cuello en la prenda de abrigo en busca de refugio. Se aseguró de nuevo de que la otra no estuviera llegando; para ver un páramo solitario sin ninguna muestra de vida ajena. Había una fuente antigua abandonada a su izquierda y un cobertizo al fondo de todo. Ella se escondía bajo el porche de la casa, si es que a aquellas cuatro paredes se las podía llamar casa. Tenían un aspecto lamentable, parecía que de un momento a otro se iban a deshacer, dejando al descubierto un esqueleto de madera llena de termitas. Se dejó caer con suavidad sobre la pared soltando un hondo suspiro. Rememoró la noche anterior, con la pelirroja del bar, y no pudo evitar sonreír, aunque la herida del labio seguía tirando. Había sido una velada bastante pasional, que había calmado su espíritu y le había proporcionado nuevas fuerzas. Se mordió ligeramente el labio mientras recordaba detalles que habrían escandalizado a más de uno. 
Se hallaba tan sumida en sus recreaciones que ni vio llegar a la chica, es más, reparó en su llegada al recibir un golpe con unos papeles en la cabeza. Se sobresaltó y estuvo a punto de abalanzarse sobre su agresor, hasta que reconoció la maraña de pelos rubios con la que se había citado.

⚊ ¿Se puede saber de qué mierdas vas…? ⚊La voz de la rubia era ruda con un acento que jamás se había conseguido quitar. Su expresión reflejaba la ferocidad y la fuerza que había en su pequeño cuerpo, incluso durante un segundo la impertérrita Blythe estuvo a punto de dar un paso atrás, sin embargo sabía que su amiga no le había daño, y menos con tan débil excusa.

⚊ Buenas, Dani. ⚊La pelirrosa sonreía ligeramente con una expresión de remordimiento, sabía que su anterior acción había sido una locura, pero mentiría cualquiera de sus conocidos diciendo que eso no era algo típico de ella. 

⚊ En serio. Algún día nos matas del disgusto. ¿A quién se le ocurre enfrentarse sin ton ni son a los Rakshasa? A Blythe, ¿a quién sino? ⚊La susodicha esbozó una sonrisa de autosuficiencia como si esas palabras fueran un halago precioso y no un reproche de su compañera.⚊ De verdad Blythe, vas a conseguir que te maten un día de estos.⚊ La rubia la apuntó con el tubo de papeles que llevaba en la mano, para amenazarla y en un burdo intento de conseguir reducir la evidente diferencia entre las muchachas, tanto por altura como por fuerza.

⚊ Relájate, perrita. ⚊La chica se reía y con las manos intentaba mostrarse inocente, esperando que la rubia no la volviera a emprender con su rollo de papeles contra ella.

⚊ Como me vuelvas a llamar perrita te arranco las tripas de un mordisco, ¿queda claro? ⚊La amenazó con la voz, el gesto y el juego de papeles que esgrimía como arma improvisada.⚊ Te recuerdo que eres mortal, tan solo uno de tus padres era un dios, y te juro que si no mueres a manos de una de tus locuras, me encargaré personalmente de eso.

La pelirrosa levantó los brazos fingiendo ser completamente inocente de las acusaciones vertidas sobre ella, como si de una damisela en apuros se tratase. Finalmente la más baja de las dos terminó suspirando, bajando su improvisada arma y negando suavemente con la cabeza. Blythe sonrío y se relajó al ver como su amiga se calmaba y le mostraba su preocupación a su manera. Era como una madre osa con sus oseznos: se preocupaba, los reñía y los defendía con uñas y dientes, literalmente, y eso le encantaba. Por eso la dejaba que ella fuera la jefa del grupo, aunque en realidad el hecho de que pudiera establecer el vínculo con su manada era un puntazo. Le revolvió con cariño el pelo, aunque su mano se quedó algo atrancada entre los densos rizos de la pecosa chica. Dani levantó la vista para clavar los ojos en la irreverente chica. 

⚊ ¿Contenta? ¿Te importaría…?

La chica de cabellos rosas se apartó como pudo intentando no llevarse por delante ningún pelo de su compañera, ya había experimentado la cólera de la pequeña una vez que sin querer se le quitó un mechón de pelo; aún la asaltaban  pesadillas por las noches. La otra se sacudió la melena al quedar  libre de nuevo y le hizo unos gestos a la chica para que la acompañara dentro de la casa. Realmente fue una sorpresa que la casa no se derrumbara cuando abrieron la puerta, y se sorprendió todavía más al descubrir que el inmueble se hallaba en perfecto estado de revista, si los estándares eran de principios del siglo pasado; aunque no podía negar que parecía cuidado. Se hallaba tan absorta con los detalles del papel pintado, las molduras del techo o las filigranas de los muebles llenos de polvo, que no se dio cuenta de que la rubia se había sentado en la mesa allí presente y había repartido los papeles con los que había venido acompañada. Ni tan solo espero a que la otra se diera por aludida y se sentara en la mesa para empezar con su quizás algo ensayado monólogo.

⚊ Bueno, le pedí a Olivia que buscará algo de información. ⚊Hizo un elocuente gesto hacia su interlocutora, la cual no pudo más que esbozar una mueca de hastío.⚊ Y también le pedí a Lib a ver de qué información disponía, o si sabía a quién había que apretar las tuercas. ⚊Cogió uno de los papeles que había sobre la mesa y se lo acercó a la pelirrosa, la cual se lo arrebató de las manos para echarle un vistazo furibunda ya que se sentía algo atacada. Revisó el papel por encima, y tan solo vio rumores y habladurías de la que ella misma había sido informada. Suspiró hondo antes de volver a mirar a Dani, con cara de ya haber oído ese cantar. ⚊No me mires así. Sé que recabaste cierta información, por eso sabías que habría la reunión, pero por tu maldita trifulca con Olivia te ha hecho perder la mitad de las cosas importantes. ⚊Seleccionó algunas de las hojas para releerlas por encima y las amontonó a un lado, para coger las otras y ponerlas en dos montones más diferentes. ⚊Aquí, en este montón, hay todo lo que existe sobre los Rakshasa, que no son habladurías y podría ser fiable. En el segundo montón, toda la información que hemos podido encontrar de Gustave Kipplin, que como puedes ver es muy poco. ⚊Señalando una escasa hoja.⚊ Y por otro lado tenemos todo lo que Olivia ha encontrado de verdad. Cuentas, identidades, etc, etc. La información de verdad que en manos de alguien experto en rastros como la aquí presente, es canela en rama. Así que sí, en el escaso tiempo del cual he dispuesto, he conseguido hacer un esquema provisional, que tengo que confirmar con una incursión en directo. Pero a diferencia de ti, no soy una kamikaze así que no me voy a meter en la guarida del lobo a ciegas. ⚊Ante la risa que se escapó entre los labios de la su interlocutora, emitió un pequeño gruñido, con una mirada de reprimenda.⚊ Ni un chiste sobre ello. Ya sé que te parece muy gracioso, pero a mí no me hace ni puta gracia. 

⚊ Dani, le quitas la diversión a todo… ⚊La pelirrosa resopló ligeramente haciendo que los mechones sueltos que caían sobre su frente emprendieran el vuelo. Cogió de la mesa toda aquella información que no había ni solicitado para ver que se le había escapado. Encontró mucho más de lo que ella creía: había nombres, varios por individuo, residencias y propiedades, también cuentas de correo, proveedores, casos en los que se creía que estaban implicados… Había que reconocer que Olivia había hecho un buen trabajo y eso le fastidiaba, maldita ramera.

Terminó tirando los papeles por encima de la mesa mientras se giraba alejándose de la mesa, lo cual hizo que se ganara una mirada de odio seguido de un bufido. Recogió con maestría el desorden originado por la semidiosa, dando por concluida la charla.

⚊ Yo ya tengo todo lo que necesito. En el piso de arriba hay un poco de todo, sírvete tú misma.

La mano de la rubia le señalaba las escaleras que subían al piso de arriba, y mientras ella terminaba de recoger y releer algunos de los papeles, Blythe se dirigió hacía la escalera con confianza, sin dejar de perder de vista la maravilla de lugar. Le sorprendía que por fuera se viera tan desastroso, al borde del derrumbe, y por dentro estuviera en ese maravilloso estado. Recordaba a una anticuada granja del centro de cualquiera de los poco poblados estados de los Estados Unidos. Una vez arriba se enfrentó a un pasillo con varias puertas, y no tenía muy claro cuál era la que le interesaba. ↳
Empezó por la puerta del fondo a mano izquierda, donde descubrió una cama de matrimonio con un precioso dosel de madera con un motivo floral. Tenía hasta cortinas de seda en color crema, las cuales conjuntaban con el suave papel de pared rallado. En la pared de la izquierda había un armario empotrado de lado a lado, de maciza madera de caoba, en cambio en el otro lado había una enorme puerta francesa que daba a lo que parecía un balcón. La chica se acercó a los alto armarios y miró en su interior, para descubrir un completo servicio de ropa, de casi todos los colores, y formas imaginables. En el de al lado había zapatos, y todo tipo de complementos. Parecía surtido para abastecer a todo el equipo, como si fuera un puerto seguro para todos. Se miró de arriba a abajo, reparando en que llevaba una muda bastante buena para un misión, sin embargo no estaba de más coger unos guantes, estaba harta de despellejarse las manos cada vez pegaba a alguien. Y optó por otra prenda de abrigo, no la usada y gastada sudadera que paseaba, que al lado de la reluciente chaqueta de cuero negro parecía la prima fea y gorda. Antes de salir cerró el armario y comprobó lo mullida que era la cama. Estaban bien provisto.
La siguiente puerta fue la de delante, que le dio acceso a un baño, el cual sí que desentonaba con la casa. Era blanco, nuevo y práctico. Empezó a trastear por allí, después de las maravillas del armario del dormitorio, a saber qué habría allí. Encontró un botiquín que sería la envidia de cualquier enfermera, también había un montón de productos para procurarse un buen cambio de look. Al final de uno de los armarios vio una especie de botiquín para llevar siempre encima, el cual no dudo en coger. Conocía su experiencia y no se la iba a seguir jugando siempre. 
Salió al pasillo y fue hacia el otro lado de la casa, donde volvía a haber dos puertas. Volvió a probar con la izquierda antes de con la derecha. Y ante ella se abrió otra habitación, solo que esta vez estaba pensada para dos personas, con dos camas independientes. Ambas tenían dosel, solo que sin cortinas, y además los motivos de la habitación eran en tonos verdes y agua. En la pared del fondo había una puerta corredera, la cual no pudo evitar abrir, para revelar una auténtica sala de ordenadores. Había dos potentisimos ordenadores, adornados con media docena de pantallas. También había tablets, y mientras trasteaba un poco encontró media docena de cachibaches que no sabía que debían ser, pero apestaban a material electrónico para comunicarse entre ellos, o para poder escuchar, ver a otros. Por ahora solo le había servido la ropa, no había entendido a que se había referido Dani, así que confiaba que la última puerta le diera la solución. 
Y así fue. Nada más abrirla vio claramente a que se había referido Dani. Estaba repleto de armas, todas las habidas y por haber, era como el maldito paraíso. Había armas de fuego, de casi todos los calibres imaginables: escopetas, rifles tanto de francotirador como de asalto, pistolas semiautomáticas, revólveres…; también había armas cuerpo a cuerpo, como látigos, cuchillos, espadas, dagas, navajas, bastones, cimitarras, mazas, hachas, incluso una lanza.  En la pared a su  izquierda había armas de largo alcance: arcos, ballestas, jabalinas… Era el arsenal mejor surtido que jamás hubiera visto la chica. Empezó a trastear las armas, esa luz posterior a ellas les daba un toque más místico del que quizás tenían. 
Cogió una Glock 17 y después de sopesar su peso, se la puso en la cinturilla del pantalón. También cogió un pequeño cuchillo que deslizó por el interior de su bota. Se metió unas de las navajas de mariposa en el bolsillo interior de la chaqueta. Al girarse para recoger algunos cargadores, la vio. Estaba tras una cristalera, pero era tan elegante como siempre había pensado. Deslizó con cuidado el cristal y la cogió con suavidad. Pesaba sorprendentemente poco, era una de las armas más bonitas y compensadas que había visto en su vida. Con lentitud empezó a desenvainar la maravillosa katana que reposaba en sus manos, hasta que una voz detrás de ella la sobresaltó:

⚊ Como Hoshi se entere de que andas tocando su katana, te va a cortar los dedos. ⚊La rubia se encontraba apoyada en el marco en la puerta, sonriendo, aunque se notaba que sus palabras no habían sido una broma. Las dos sabían que Hoshi tenía aprecio por sus cosas y no dejaba que la gente las tocara demasiado. 

⚊ ¿Cuando pensabas decirme de la existencia de este paraíso? ⚊Fue hablando mientras volvía a dejar la maravillosa arma en su lugar y cogía una serie de cargadores que se puso en una riñonera pensada para llevar munición.

⚊ Cuando fuera necesario. Los puertos seguros lo son porque nadie sabe de ellos. ⚊Cruzó los brazos sobre el pecho separándose de la puerta.⚊ Está pensado para albergarnos a todos nosotros y proporcionarnos todo lo que necesitemos.

⚊Pero allí solo hay cuatro camas… ⚊Arqueaba una ceja confusa. Ellos eran ocho, y no creía que a ninguno de ellos le apeteciera compartir cama con ninguno de los otros. 

⚊ Solo has visto el piso de arriba. ⚊Dijo tan solo, encogiéndose de hombros.⚊ Como no nos movamos ya, no llegaremos a tiempo.

⚊ ¿No llegaremos a dónde…? ⚊Preguntó mientras se colocaba la munición, aunque la rubia se había girado en dirección al descenso. Blythe tuvo que salir a la carrera tras ella, con la esperanza de que no fuera más que una broma suya.⚊ Dani, no me jodas, ¡contaba con dormir esta noche! ⚊Sus palabras en lo alto de la escalera consiguieron que la loba se girase con el gesto contrariado.

⚊ No estamos jugando. Yo no quiero acabar con mi vida, tengo muchas cosas por delante que hacer, así que nos vamos ahora. Llegamos al amanecer y aprovechamos que los Rakhasa se recogen. ¿Me he expresado con claridad? ⚊Mediría escaso metro sesenta, pero entre su tono y ese aire que siempre la había caracterizado parecía terrorífica, aunque Blythe opinaba que jugaba a su favor saber que se podía convertir en un lobo de casi metro y medio a cuatro patas. Quería protestar, decirle que no había casi dormido esa noche y que el fragmentado sueño diario no era reparador en ella, pero sabía que la estrategia de Dani era la buena, además de que ella era la jefa en eso, y le había pedido a Hoshi que se la enviaría y suponía que estaba dejando otros trabajos por ayudarla.

⚊ Vale… Es solo que quería dormir… ⚊Terminó antes de chasquear la lengua y prácticamente dejarse caer por la escalera apoyada en el pasamanos para terminar plantando los pies en el suelo de un salto.⚊  ¿Y cómo vamos hasta allí?¿Nos lleva Hoshi?

⚊ Conduces tú. ⚊Había sacado unas tintineantes llaves de su bolsillo y las levantó a la altura de los ojos de la pelirrosa. En la cara de la pequeña se veía el fastidio que suponía para ella tener que someterse a esa directriz, pero a Blythe poco le importaba. La dejaban conducir, y seguro que era alguno de los relucientes y maravillosos juguetitos que Hoshi siempre les conseguía. Cogió las llaves en un visto y no visto, y sin dignarse a mirarlas, salió por la puerta corriendo buscando el vehículo al que correspondían, y la vio. Estaba en uno de los laterales de la casa, no la había visto al llegar porque estaba en la pared opuesta, pero la preciosa BMW costaba de tapar. Era una moto espléndida, pensada para sufrir las inclemencias del terreno y seguro que era un dócil pero potente vehículo que iba a satisfacer los caprichos de la pelirrosa. La sonrisa que iluminó su cara no tenía parangón. La miraba con deseo, como un enamorado mira a su chica. Pasó la mano por el asiento, maravillandose de su tacto y de pensar que la iba a llevar. Mientras la rubia dobló la esquina y apareció con dos cascos y un juego de guantes para conducirla. Se veía que eso no era su elemento. Blythe se giró divertida para hablarle.

⚊ Supera ya tu miedo a los vehículos a motor. No niego lo práctico que debe ser viajar corriendo siendo un lobo, pero debes reconocer que es cansado y además es muy incómodo explicar por qué estás desnuda… Así que aquí tienes tu solución. ⚊Le guiñó un ojo mientras le mostraba la máquina que había a sus espaldas y que se moría por coger. Dani por otra parte le lanzó las cosas que le había traído, que la semidiosa cogió al vuelo, antes de enfurruñarse dentro del casco.

⚊ Son inestables y una fuente de accidentes, perdona si no me siento agusto sobre ellas. ⚊Su voz venía amortiguada por el casco y el pelo que Blythe suponía que irremediablemente tenía que tener entre medias. Era una maraña de pelos andante, menos mal que ella y su melena iban detrás y el viento las separaba. Sonrió de medio lado antes de ponerse el casco y subirse con toda la comodidad y confianza del mundo, como si lo hiciera cada día, como si fuera su moto. Se terminó de poner los guantes mientras Dani se peleaba ligeramente para conseguir subirse. No entendía que cuanto más se resistiera, o más miedo le tuviera, más peligro le suponía para ella misma. 

⚊ ¿A dónde vamos? ⚊Le preguntó algo más fuerte de lo que quizás hubiera sido necesario, pero nunca se sabe con esos cascos y la cabellera de la rubia, esperó la respuesta de su acompañante antes de hacer rugir a la monada que tenían entre las piernas.

⚊ A la carretera de la granja de los Willis. Hay que tomar un desvío cerca del abrevadero a mano izquierda. ⚊Hizo una pausa, movió el casco en busca de un poco de comodidad y para evitar ahogarse entre su propio pelo.⚊ Hay un callejón sin salida a la octava a la derecha, después ya es campo a través. 
Blythe asintió y bajó la visera de un manotazo. Encendió la preciosidad y rugió como ella esperaba, notaba cómo respondía, y también como la loba se asustaba y la cogía con fuerza por el abdomen. Menos mal que era resistente, porque con el abrazo de oso que le estaba haciendo la chica podría haberla ahogado. Ya habían tenido una discusión sobre el tema de las zarpas, y por el momento parecía que lo respetaba bastante bien. Arrancó, y no esperó siquiera a haber llegado a una carretera en condiciones para darle caña al motor, y disfrutar como se merecía.↳

Llegaron al callejón sin salida, sin el menor inconveniente. Dani se había aferrado a la piloto como si su vida fuera en ello. No era la mejor ayuda sobre una moto, le costaba inclinarse y dejarse llevar, pero a Blythe le encantaba conducir, llevar motos, o cualquier vehículo con potencia, así que compensaba a sus inexpertos y cobardes copilotos con una pericia y un dominio de alguien que le habría dedicado la vida si no fuera porque tenía otras habilidades mejores. Cuando la chica plantó el pie en el suelo, su acompañante saltó como si llevara un resorte en el culo. Se deshizo rápidamente del casco y sacudió la cabeza, con el mismo gesto que había hecho en la casa,y que Blythe tan bien conocía de los cánidos que habían tenido en la granja. Ella por su parte, se quitó el casco con más suavidad, y lo dejó colgado del manillar, el de Dani rodaba por algún olvidado lugar de ese culo de calle, o de proyecto de la misma, porque no se hallaba ni asfaltado. 
Dani se acercó a la moto y abrió el compartimiento de los bártulos, de donde sacó un juego de cuchillos, preciosos al parecer de Blythe, dos linternas, una pequeña pistola que se colgó de la cinturilla de los vaqueros, y algo que la pelirrosa no consiguió identificar. Cuando se giró le tendió una linterna y la bolsa desconocida.

⚊ La bolsa contiene una serie de hierbas, que deberían camuflar nuestros olores a sus felinos olfatos. Y resultarles desagradable. ⚊La sonrisa que apareció en los labios de la pecosa fue, entre otras cosas, perturbadora y demasiado grande. La cicatriz de su labio ayudaba a conferir un aspecto extraño a sus sonrisas. Pero teniendo en cuenta el odio que la rubia profesaba por las criaturas gatunas, no le sorprendía nada.⚊ Así que coge el paquete pequeño y restriegatelas por encima. 

Dicho esto, la rubia empezó a guardarse los cuchillos con una metodología digna de admirar. La pelirrosa no recordaba una vez que le hubieran pillado todos los cuchillos, y no estaba segura de cuántos llevaba porque nunca la había visto guardarlos todos. Mientras dejaba a la rubia hacer de las suyas, se retiró los guantes y empezó el proceso de echarse las hierbas por encima, le parecía una guarrada, pero la experta en animales y rastros era la otra así que había que hacerle caso en esas cosas. La otra le pidió el otro paquete, y empezó el mismo proceso que la chica, solo que con una cantidad ridículamente superior, cosa que Blythe atribuyó a su naturaleza cánida, que le debía conferir un olor más fuerte y característico. Una vez estuvieron las dos listas, la rubia pasó por delante, con la linterna en la mano, y la pelirrosa la seguía aparentemente confiada, pero nunca sabes que te puedes encontrar cuando te metes campo a través y más aún en territorio hostil. Avanzaban rápido, lo cual le daba a entender a la pelirrosa que seguramente estaban aún bastante lejos de su guarida, y lo confirmó cuando la rubia habló en voz alta como si no pasara nada.

⚊ ¿Y tú qué tal? ¿Anoche te buscaste a otra? ⚊La pregunta pilló algo descolocada a la pelirrosa, no entendía a qué venía, pero al fin y al cabo era su mejor amiga, e ir en silencio la ponía nerviosa.

⚊ Pues sí. Era una generosa irlandesa… ⚊Mientras hablaba había ido recordando detalles, e inconscientemente se pasó la lengua por los labios y sintió la herida que parecía que no iba a curar nunca, porque anoche se la abrió un par de veces. 

⚊ ¿La vas a volver a llamar? ⚊La pelirrosa se paró en seco en su sitio, dejando que la rubia avanzara hasta que se dio cuenta que se había quedado sola. Al girarse vio la cara de confusión de la pelirrosa.

⚊ ¿A qué viene eso…? ⚊La rubia en lugar de responder tan solo encogió los hombros. La pelirrosa la fulminó con la mirada. Dani era valiente y era complicado que se acobardara, pero las miradas de odio de la hija del dios de la guerra eran algo que haría temblar a Juan Sin Miedo, sin embargo ella sabía que su amiga era incapaz de hacerle daño y menos por algo tan nimio como esto. Pero a pesar de eso, contestó a su pregunta.

⚊ Sabes perfectamente de qué estoy hablando. ⚊Se giró y reanudó la marcha, sin esperar a ver si la seguía. La pelirrosa, sin cambiar su semblante molesto, metió las manos en la chaqueta y continuó detrás de ella. ⚊Odias a Gallow, pero te estás convirtiendo en él… Y todo después de lo de Oli… ⚊ Pero la pelirrosa no la dejó acabar la frase.

⚊ ¡Cállate! No tienes ni idea. ⚊Ese grito consiguió que la rubia se girara confusa por su exagerada reacción, y el rictus de la pelirrosa le indicó que iba siendo hora de dejar el tema.⚊ Así que hablas sin saber. ⚊Y así fue como se acabó la conversación y siguieron su camino sumidas en un completo mutismo, tan solo interrumpido por algún ruido lejano de los animales nocturnos que buscaban refugio ante el inminente amanecer.

Después de casi una hora andando, Dani se paró en una especie de precipicio. En medio de la maraña de árboles que se extendía ante ellas, y gracias a las primeras luces del alba, consiguieron ver los retazos de alguna construcción que muy habilidosamente habían probado de esconder entre los árboles. Dani se lo señaló y después una pendiente lateral, que había a unos 500 metros de ellas. Al final le hizo el signo de silencio, y la pelirrosa notó como establecía contacto con ella. Hacía años que trabajaba con Dani, pero nunca se había acostumbrado a la invasión que suponía el contacto telepático. Sabía que no invadiría su intimidad, pero nunca está uno seguro. La pecosa se adelantó y abrió paso hacia la cuesta. Una vez allí apagó la linterna, y prácticamente se dejó caer por la cuesta. Era empinada y llamarla transitable seguramente sería demasiado, dudaba poder volver por aquí, así que confiaba que Dani tuviera alguna idea, porque sino era como meterse en la boca del lobo a sabiendas, y ese no era su estilo.
Una vez abajo su avance era lento, pero silencioso. No dejaban rastros, ni ruidos, no alteraban a la fauna que empezaba a despertar. Tardaron casi una hora más, entre borrar sus huellas, y en los enormes rodeos que la rubia le hacía hacer, cuando sospechaba de algo. Cuando entrevieron el lugar se pararon escondidas tras unos arbustos. Delante de ellas tenían una estructura de madera, seguramente con muchos más años de los que pudieran calcular, de una sola planta, con dos escasas ventanas y una puerta principal. El techo a pesar de ser de madera era muy oscuro, quizás por algún tinte, o por una madera especial. La sensación era peculiar, no se creía que los Rakshasa vivieran en ese cuchitril, pero eso quería decir que estaban bajo tierra, o que era tan habilidosos con las ilusiones como para conseguir ese efecto entre árboles, y sin asustar a los animales.

“Vamos a ir con mucho cuidado. El plano muestra una sola entrada, eso quiere decir que puede que nos estén esperando.”

Seguía sonando artificial oír la gutural voz en su cabeza. Su amiga tenía una voz grave y algo tosca por su acento, pero en su cabeza sonaba casi como un rugido, seguramente por el tema de parte de lobo. Asintió en silencio, y se fue moviendo lentamente agachada. Estaba nerviosa, los combates eran lo suyo, pero no podía evitar sentir un cosquilleo cada vez que se acercaba a uno. Pero en esa ocasión era peor de lo habitual, sabía que un cuerpo a cuerpo contra una criatura de su calibre, no era viable. Además la parte del control mental tampoco le molaba lo más mínimo, y esperaba que de eso se encargara Dani. Así que con la pistola lista en mano, abrió de una patada la puerta, para revelar una pequeña cabaña de leñador completamente desierta. Pero la pelirrosa no se relajó, había algo que no encajaba. No parecía que nadie la hubiera usado en tiempo, estaba todo demasiado bien colocado, como si fuera de revista, pero sin embargo no había ni una mota de polvo, y no olía ni a cerrado ni a viejo. Dani entró tras ella con su propia pistola también en mano, miró a ambos lado y le indicó con un gesto que avanzara hacia el fondo, la pelirrosa no solía cuestionar las órdenes, pero le indicaba la pared del fondo así que fue recelosamente hacia ella. Dani sacó una pequeña daga, de vete tú a saber dónde, y con la punta rebuscó hasta encontrar un nudo de la madera donde cabía y la uso como llave. Se oyó un chasquido y una serie de tablas de la pared se abrieron cuando Dani las empujó. Así fue como empezó la acción de verdad. 
Entraron una tras la otra, protegiéndose mutuamente, centradas en hacer poco ruido y esperando que nadie les sorprendiera, o que la luz del sol los debilitara tanto que se tuvieran que esconder. La habitación a la que había ido a parar era de piedra, lo cual no cuadraba con la visión exterior que había tenido. No tenía ni una ventana y estaba iluminada con antorchas a ambos lados de un oscuro agujero que suponían conducía hacia unas escaleras. No había nada en la habitación, tan solo la pared desnuda. Era pequeña y claustrofóbica, la antesala perfecta para la morada de las criaturas encargadas de esparcir el caos y la maldad en el mundo. Este pensamiento anidó en la mente de las chicas que entendieron que no les importaba si hacía sol o no fuera, porque allí donde iban la luz de fuera no entraba por ninguna parte. Blythe tragó saliva antes de aventurarse por las oscuras escaleras. Sabía que encender la linterna solo la marcaría como un objetivo, aunque no tenía claro si los Rakshasa tenían la visión nocturna de la que estaban poseídos sus parientes más domésticos, pero si una no toma riesgos en esta vida, no va a ninguna parte. 
Las escaleras fueron más largas de lo que había previsto, pero eran simétricas, y no demasiado estrechas, así que dedujo recordando su anterior encontronazo con uno de ellos, que no debían tener mucha visión nocturna para evitar tropezar con su gran tamaño. Así que nada de luces, y a fiarse de sus otros sentidos y del increíble olfato de Dani. 
Finalmente puso los dos pies en el suelo y se quedó parada ya que en ese momento empezaron a parpadear una serie de luces hasta que la estancia quedó iluminada. Delante de ellas se encontraba el mismo hombre que el día anterior había estado en el callejón. Tenía una postura descarada y confiada, que confirmó los peores temores de las chicas: las esperaban.↳

⚊ Nos volvemos a ver, Fuerza Bruta. ⚊Una sonrisa estremecedora apareció en sus labios, marcando aún más esos rasgos. Seguía siendo humano, pero había algo en él, en esta ocasión, que gritaba a los cuatro vientos que había que alejarse. Movió ligeramente la cabeza y fijó la mirada en la lobuna de detrás.⚊ Por su encantador… ⚊Arrastró esa palabra, burlándose de ella.⚊ Olor, supongo que eres una chucha sarnosa, y no creo equivocarme si eres Rastros. No esperaba que hubierais tenido que recurrir a los de su especie de encontrar a gente. Nosotros lo hacemos mejor seguro. ⚊Se pasó la lengua por los dientes que dejó entrever en la sonrisa. Tenía unos colmillos afilados y brillantes que conseguían erizar el pelo a cualquiera. Detrás de Blythe, la rubia estaba siendo incapaz de reprimir su vena animal, y se hallaba mostrando los dientes. Sabía que si dejaba que saltara sería presa de esas garras mortíferas, o de esos dientes. Así que levantó la pistola y apuntó a Paul, el cual ni se inmutó por el  arma.⚊ ¿De verdad crees que con una pistola le harás algo a un ser inmortal…? Esperaba más de vosotras chicas.

Y esas palabras fueron el detonante para que Blythe disparase. El disparo resonó en la sala, ensordeciendo a todos. Pero el rakshana estaba más pendiente del dolor que irradiaba de su herida, una herida que no tendría ni que haber penetrado su piel. Esta vez era Blythe la que sonreía. 

⚊ Fue una temeridad enfrentarme contigo el otro día sin informarme demasiado. ⚊Volvió a levantar la pistola, y esta vez fue Paul el que intentó huir, alejándose de ella, pero la chica volvió a acertar. Primero en un brazo, ahora en la pierna.⚊ Pero no perdono cuando alguien me ataca y me hace una herida tan molesta como la que me hiciste tú. ⚊Se veía claramente que apretaba la mandíbula para no mostrar debilidad, para no gritar, pero sabía que algo no andaba bien, le estaban haciendo daño y hacía demasiado tiempo que nadie lo conseguía. El primer disparo pensó que había sido de casualidad pero el segundo acierto le confirmó algo aterrador.⚊ Quizás ya te habrás dado cuenta, pero las balas están bañadas en agua bendita. ⚊La sonrisa de la pelirrosa se hizo más patente, y en ese momento Graham comprendió que ella sabían más de lo que había pensado, y Kippilin lo iba a matar por no haber notificado que podrían presentarse. Considero que si había sido tan estúpida de haber ido al callejón desarmada no conocía su debilidades, pero se veía que no. A la desesperada y con la esperanza de envenenarlas de muerte, se lanzó contra ellas. Pero Fuerza Bruta no solo era conocida por sus dotes de pelea cuerpo a cuerpo, sino por su manejo de cualquier arma. Con una velocidad formidable descargó parte del cargador en la cara de Paul, dejando una masa irreconocible coronando su cuerpo. Se derrumbó delante de las chicas. 

⚊ Se acabó el plan de ser silenciosas. Son malditos gatos así que lo han oído seguro. ¿Cuál es el siguiente paso? ⚊Se giró para mirar a Dani a la espera de su siguiente instrucción. La pistola seguía caliente en su mano, pero esto tan solo le recordaba que no estaban seguras. Dani cerró los ojos un momento, intentando recordar el plano que se había aprendido de memoria antes de dar el siguiente paso. Blythe odiaba que hiciera eso, así que se mantenía alerta para que nada las pillase de improvisto. Finalmente abrió los ojos y emprendió la marcha con seguridad. Sabían que las habían oído pero eso no significaba que tuvieran que saber donde se encontraban en todo momento, además no creían que supieran qué era lo que andaban buscando. La pelirrosa tan solo iba tras los movimientos de la rubia, atenta a las imágenes que le mandaba, y con la pistola lista para cualquier momento. De pronto oyeron pasos, gente corriendo, así que se pararon en seco, pero no los oían en su pasillo, así que decidieron asomarse por la barandilla que tenían a la izquierda. Un par de niveles por debajo del suyo, una pareja corría por la galería, y el breve período que estuvieron observando perdieron su forma humana para verse como dos figuras musculosas coronadas con una preciosa cabeza de tigre, en el caso de la mujer, y de jaguar en el caso del varón. Se quedaron quietas observando, viendo como desaparecían por un pasillo. Dani se giró hacia su amiga y le hizo un gesto para seguir con el camino, estaban cabreados y por mucha hierba que se hubieran puesto seguían siendo un blanco fácil. Avanzaron algunos pasillos más hasta llegar a una puerta cerrada. 

“Yo entraré, vigila que no vengan.”

Blythe asintió y dejó que Dani forzara la puerta y se perdiera en las sombras de la habitación. Se irguió en su posición frente a la puerta, manteniendo el arma entre sus manos; apuntaba al suelo, pero estaba lista para entrar en acción. Pero cuando llegó su oponente no tuvo tiempo de reaccionar. La sombra se precipitó contra ella, y en un intento de disparar, falló estrepitosamente porque le cogió el arma. Acabaron en el suelo debatiendo hasta que el arma se deslizó lejos de ambos oponentes. En ese momento, su adversario que se encontraba sobre la pelirrosa paró un instante con los brazos de la chica cogidos entre sus enormes manos. Blythe se retorcía todo lo que podía y más, pero eran pesados y además tenían bastante fuerza, pero de reojo vio como la mujer tigre de antes mostraba una sonrisa de medio lado revelando los mortíferos dientes que caracterizaban a los suyos. Sabía lo que quería hacer, y no estaba dispuesta a morir en ese lúgubre lugar y menos antes de haberle cantado las cuarenta a su padre. Su cabeza empezó a trabajar y decidió que ya era hora de dejar fluir su poder sin miedo. No se iba a romper por menos y nada, y estaba su vida en juego.↳
Dejó de sacudirse y plantó los pies en el suelo, flexionando la cadera. Usando la máxima fuerza y velocidad posible, elevó la cadera a la vez que proyectaba los brazos hacia lo lejos, haciendo que su adversaria se viera lanzada hacia el lado. Se golpeó contra la pared, y ese segundo fue aprovechado por la chica para escabullirse fuera del agarre de la mujer. No tardó demasiado en recuperarse de esa pequeña sorpresa inicial, y mirar curiosa a Blythe, lo cual le indicaba que el cateto de antes no había comentado nada de ella. Una pequeña ventaja, siempre que supiera jugar sus bazas. Había que evitar a toda costa las uñas y los dientes, y la pistola había ido pasillo lejos; llevaba la otra aun, pero no le daría tiempo a sacarla, quitarle el seguro y disparar en ese corto espacio. Así pues tras ese segundo de análisis mutuo, la tigresa se volvió a lanzar a por la pelirrosa, obligándola a retroceder en dirección opuesta a su arma. Fue esquivando y bloqueando sus ataques, manteniéndose lejos de sus dientes y evitando esas armas azabaches. Vio su oportunidad y sin contenerse ni un ápice le pegó una patada en el flanco, que a una persona normal le habría roto un par de costillas y la habría reducido. Pero no peleaba contra una humana, así que tan solo sirvió para que se doblara un poco de dolor, no obstante fue suficiente para que la pelirrosa pudiera pasar de la defensa al ataque, por lo que sin tener tiempo prácticamente a respirar, le pegó un puñetazo entre los ojos. Sintió como un un latigazo subía por todo su brazo, pero tuvo efecto ya que retrocedió unos pasos y un hilillo de una sustancia oscura y densa se deslizó fuera del hocico de la mujer. Y sin dar tregua, con el otro brazo le atizó con el codo en la parte baja de la mandíbula. Se oyó un pequeño chasquido, lo que supuso que era los dientes de abajo chocando contra los de arriba. Pero estuvo cerca de no ver venir un zarpazo, seguramente surgido de la propia inercia. Estuvo a un pelo de abrirle el abdomen, pero en ese gesto perdió su posición dominante. Volvieron al principio, solo que esta vez su adversaria gruñía y le sangraba la nariz, y Blythe empezaba a resentirse de los golpes que había parado con los brazos. Pero su adversaria no se iba a relajar por eso, así que con un grito de guerra que erizó el vello de la pelirrosa, se lanzó al ataque. La semidiosa retrocedió a pasos agigantados mientras se giraba, en busca de su arma. Pero fue un poco lenta, porque la cogió de la pierna y consiguió derribarla. La mandíbula de la pelirrosa aterrizó en el suelo con un golpe seco, que le hizo morderse la lengua y la cabeza le empezó a dar vueltas, pero no dejó que eso pudiera con ella, la pistola estaba un poco más adelante, así que con la pierna libre, le atizó una patada al brazo que la mantenía sujeta. Después de dos intentos, terminó soltándose, así que con la fuerza de sus brazos se arrastró hacia la pistola.
Justo cuando estaba a punto de cogerla, notó como la estiraban de las piernas hacia atrás, vio como el arma se alejaba de ella, como sus esperanzas se iban lejos. Intentó mover las piernas y darle alguna patada, pero la tenía bien sujeta, así que se giró como pudo y se lanzó con el puño contra ella para liberar las piernas. Sin embargo, quedó demasiado cerca, y la tigresa vio la oportunidad de hincarle el diente y hacerla sufrir con el veneno que había en sus piezas dentales. No obstante a medio camino puso los ojos en blanco y cayó inerte sobre Blythe, que había visto su vida pasar delante de ella de verdad. En la espalda de la chica se encontraba uno de los ya conocidos cuchillos de Dani, la cual se encontraba en la puerta, con el collar en una mano. La pelirrosa suspiró y escupió la sangre que tenía en la boca. Seguro que le había roto algún diente. Empezaba a estar harta de esas criaturas. La rubia se acercó hasta su amiga y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Le dio el collar para que lo escondiera, y fue a recoger el arma. No tenían tiempo que perder. Irían a por ellas, y eso no acabaría bien, rezaba para que Dani tuviera un plan de huida rápida, porque se podía poner muy feo, con lo que les había costado deshacerse de uno, no quería imaginar de más. 
Emprendieron una carrera de vuelta a la superficie, ya no se escondían. Además empezaban a encontrarse luces encendidas allí donde iban, lo que significaba que sabían que estaban allí. Sin embargo; o se movían demasiado bien o nadie las estaba esperando en ninguna esquina, en ningún cruce, es más una vez llegaron a la habitación inicial, el cadáver de Graham seguía allí en medio. Aunque seguramente corrían a una trampa segura su única manera de salir era a través de esas escaleras, así que armas en ristre subieron los escalones.
Arriba les esperaban dos más, el jaguar de antes y uno que parecía un mono, pero no les dieron tiempo a nada, y abrieron fuego contra ellos, aunque como muy bien habían pensado ellos estaban listos para eso así que las balas no tuvieron ningún efecto. Seguramente se habían puesto algún tipo de protección, lo cual las dejaba bastante indefensas, solo contando con los cuchillos de Dani, pero eran dos oponentes con una fuerza descomunal que no dudarían en hacerlas trizas. Pero antes de que Blythe pudiera pensar siquiera qué hacer, le llegó una orden mental.

“¡CORRE A LA PUERTA!”

Fue toda una sorpresa porque la puerta estaba cerrada y quedaba en medio de los dos rivales, pero nunca le había fallado así que arrancó a la carrera hacia ese lugar. Notó como los dos intentaban cerrar filas para no dejarla salir, no sabía cuál era el plan de de Dani, pero esperaba que fuera pronto porque sino ella iba a durar poco. 
A sus espaldas oyó un rugido, que muy bien conocía y comprendió cuál era el plan. Siguió corriendo directa contra su enemigo. Y consiguió hacerles un placaje, con su fuerza y la ayuda final de Dani por detrás consiguió derribar a sus oponentes. Una vez cayeron al suelo, dejó pasar a Dani y se agarró alrededor de su cuello, y en una técnica que había hecho millones de veces se subió sobre ella, y la dejó correr para sacarlas de allí.
Se dejó hundir en el suave pelaje de la forma salvaje de Dani. La adrenalina que había corrido por sus venas durante la misión empezó a bajar, y el dolor se apoderó de sus brazos, recordandole que seguía siendo mortal. Se odiaba por ello, por no haber sido más capaz. Pero quizás fueran las cosquillas de la cabellera rubia en su cara, o el suave aire que la acariciaba, o el vaivén de la bestia a la que iba a lomos que sin darse cuenta todo se volvió negro.

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