Fuerza Bruta I

Nadie estaba preparado para lo que iba acontecer en aquel inhóspito y caluroso lugar. La pelirosa jugaba con el tercer botellín vacío de la jornada, mientras el pelo se le seguía pegando a la frente. Estaba desganada, aburrida y harta del sofocante calor que hacía en aquel antro, aunque en la calle no mejoraba. Detestaba tener que esperar a que sus objetivos fueran a ella, era más sencillo cuando ella se plantaba enfrente suya por sorpresa. Con el dorso de la mano se retiró el pelo de la frente y pidió otra cerveza, a la espera de que el fresco brebaje le diera algo de energía y fuerza para seguir aguantando. Mientras aguardaba a su refrescante premio, echó otra mirada a los presentes en el pub. Tres chicas y siete chicos. Dos parejas formales, que poco les faltaba por montar un espectáculo para mayores de edad. Una desesperada que se estaba prácticamente entregando al chico con el que hablaba. El amigo del susodicho. Y una pareja de hombres sentados en una mesa al fondo. Su apariencia era cuestionable: vestimenta oscura, gestos toscos y serios, bebidas fuertes en sus manos, y ese aire de peligro que rodea a las personas de dudosa procedencia. Pero ninguno de ellos era su hombre. Así que volvió a suspirar para centrar su interés en la joven y quizás algo subida de peso camarera que en un burdo intento de no pasar calor dejaba poco lugar a la imaginación. Tenía las manos sudadas y se las secaba con el delantal para que los vasos no se le escurrieran entre los dedos. Se quitó el pelo de la nuca, aquellos rebeldes mechones que se escapan siempre de las coletas. La pelirosa no pudo evitar sonreír. Le gustaba, quizás no fuera modelo profesional de lencería, pero tenía ese algo que quizás solo le aportaba el ser camarera o fuera su exhibición masiva. Finalmente se acercó con el botellín frío entre los dedos, iba con cuidado para que no se le escurriera. La muchacha no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de medio lado, con unos toques de picardía que difícilmente podían pasar desapercibidos a la camarera. No parecía curtida en su profesión, ni acostumbrada a ese tipo de trato por parte de sus clientes, lo cual se hacía patente en los sonrojos que aparecieron como quién no quiere la cosa en sus mejillas. Eso tan solo hizo incrementar la confianza de la clienta. ⚊ No es un buen lugar para una muchacha como tú. Cuéntame cómo acaba alguien como tú en un sitio como este. ⚊Ay, los clichés y las frases de películas o canciones. Son una fuente inagotable de frases para ligar. La camarera se puso más nerviosa si podía la pobre, y se retiró algún mechón suelto de su cabello naranja de la cara, para colocarlo tras su oreja. Era la viva imagen de Escocia: pelo zanahoria, ojos claros de un color indefinido entre el azul y el verde, una cantidad ingente de pecas, lo cual siempre es un punto añadido y esas curvas generosas; lo que la pelirrosa esperaba de un buen pub irlandés. ⚊ Es un bar familiar. Herencia. Pero tú tampoco pegas. Le estaba siguiendo el juego, maravilloso. Una pequeña presa para la experimentada y despiadada cazadora. Soltó una pequeña risotada que ocultó con su mano, mientras cogía la cerveza que la joven le tendía y tomaba un trago, que le supo a bendita gloria. La verdad es que ella tampoco pegaba en un antro como ese, quizás que fuera casi una perfecta modelo de anatomía, para estudiar todos y cada uno de sus músculos, lo cual la convertía en una mujer… Como la había llamado… ¿Marimacho? Sería exagerado, ya que solo… Estaba en muy buena forma física. Demasiada buena forma. Y su torcida y destartalada nariz la camuflaban en ese entorno. Pero sus rasgos quizás demasiado dulces para su duro y descuidado carácter, y su cabellera de tono rosa pálido no hacían que terminara de encajar en un cuchitril como ese. Pero ¿a quién le importaba? ¿A ella? Va a ser que no. Estaba ligando en un antro de putrefacción, así que a la mierda los haters. ⚊ Blythe. Y he venido porque las malas lenguas son muy malas, y veo que no te hacen justicia. ⚊Tendía su mano libre por encima de la barra, esperando que la camarera hiciera lo propio. La miraba directamente a esos claros ojos que cada vez tenía más claro que eran de color aguamarina. ⚊ Yo me llamo Jude, y mentir no te servirá para ligar. ⚊Y la chica de raíces irlandesas cogió con algo de vergüenza la mano firme que Blythe le ofrecía por encima de la barra. Blythe esbozó una pequeña sonrisa culpable ante las palabras de la pelinaranja, pero no podía negar que estaba haciendo progresos con la chica. El único problema que veía era que en cualquier momento podía aparecer su objetivo y se iba a quedar sin poder seguir eso. ⚊ Culpable. Pero solo porque no escucho a las malas lenguas. ⚊Dio un nuevo trago al botellín que tenía en la mano, lo cual hizo que Jude echara una mirada de soslayo a los otros tres botellines vacíos que había a su vera, comprendiendo que la pelirrosa quizás fuera más pasada de vueltas de lo que creía. Su gesto se ensombreció ligeramente, a la par que se movía con suavidad para recoger los restos. ⚊ Pensaba que los borrachos no podáis mentir. Blythe arqueó una ceja, mientras bajaba la mirada a su cuarta cerveza. Borrachos… No iba ni de cerca borracha, le faltaban muchas cervezas como esa para siquiera pillar el puntito. Los mortales eran cómicos cuando bebían, con menos y nada ya iban muy tocados y cerca de perder la consciencia. Levantó la mirada de nuevo hacia la camarera que se había girado con los botellines para ponerlos en lo que a Blythe le pareció la palangana más destartalada nunca vista, juntamente con otras botellas de cristal vacías. ⚊ Presuponer cosas no está bien. Quizás he derramado una de las cervezas. O soy de esas personas que no se les sube el alcohol. Jude estalló una sonora carcajada, que llamó la atención de aquellas personas reunidas en el pub que no estaban demasiado pendientes de devorar a quien tenían enfrente. Hacer reír a una mujer es buena señal en el mundo del ligue, aunque una sonora risotada solo es buena si viene acompañada de una respuesta ingeniosa a una metida de pata, como en este caso. Sino se está riendo de ti, lo cual es malo. Blythe esbozó una sonrisa de medio lado demostrando su autosuficiencia. Y cuando la camarera volvió a posicionarse enfrente suyo situando sus antebrazos sobre la grasienta barra de madera oscura, inclinándose hacia Blythe, la pelirrosa hizo lo mismo, quedando sus cabezas a una distancia que hubiera sido considerada indecorosa en el medievo. ⚊ Perdóneme usted, señorita. ¿Ha derramado usted alguna de las cervezas? La miraba a los ojos divertida. Y definitivamente tenía los ojos aguamarina, con motas verdes. Preciosos. Así que ella clavó sus ojo azules en los de la pecosa mujer, antes de contestar con toda la sorna del mundo. ⚊ Y… ¿qué pasaría si lo hubiera hecho…? Arqueó una ceja divertida esperando ver cuál era la respuesta de la camarera, cuando alguien entró en el bar. Abrió de golpe la puerta, demostrando que no le importaba si molestaba a alguien. Era una figura alta, de brazos fornidos, cabello negro cortado al estilo militar, vestido con ropajes oscuros y una larga chaqueta. Por un hombre como ese cruzas a la otra acera sin dudarlo. El ambiente del local pareció enfriarse varios grados. Las parejitas besuconas pararon en seco para girarse y observar el avance de ese caballero. Este primero giró la cabeza a lado y lado del lugar, buscando a alguien. Jude se había girado para mirarlo, cosa que Blythe no había tenido que hacer, ya que había escogido ese sitio para tener una buena visión de la puerta. El gesto de la pelirrosa se había convertido en una mueca de enfado, ya que su víctima acababa de estropear su ligue. Maldito inoportuno. Finalmente el hombre vio a los chicos del fondo y se fue a reunir con ellos. Intercambiaron dos gestos silenciosos, para terminar levantándose y yéndose juntos. Blythe tenía que moverse rápido ya que harían un intercambio rápido al amparo de alguno de los callejones cercanos, y desaparecerían sin dejar rastro. Se levantó de un brinco, y metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros, de donde sacó algo de dinero, más que suficiente para pagar las cuatro birras. Lo dejó en la barra de un manotazo y con una velocidad que hubiera dejado pasmado a Usain Bolt, cogió la cerveza y la apuró de un trago, para acabar pasando su brazo por encima de los labios así retirando las sobras. Dejó la botella sobre la barra, para finalmente girarse un momento para hablar con Jude: ⚊ Una chica como tú no debería llevar ese escote indecente, da ideas equivocadas. ⚊Y con todo el descaro del mundo, le metió una servilleta en el canalillo. La pobre no pudo más que brincar hacia atrás, cuando se dio cuenta de la acción de la pelirrosa. ⚊ Y espero ansiosa tu llamada. Se movió rápido sin dejar que la camarera pudiera decirle nada más. En su mundillo había que ir rápido, nunca sabías de cuánto tiempo dispones si estás de servicio. Los objetivos tienen la molesta habilidad de aparecer cuando la cosa está más interesante. Abandonó el sótano reconvertido en bar, para que el gigante ardiente le golpeara de lleno, recordando lo calurosa que era esa maldita ciudad, y lo molesto que es el sol de atardecer que incide en tus ojos sin ningún tipo de miramiento. Se cubrió los ojos con la mano a modo de visera, y echó un vistazo a la poco transitada calle. Contaba al menos cuatro posibles callejones. Lástima de no haberse traído a Dani, esa maldito sabueso hubiera acertado a la primera en qué callejón había que ir, así que simplemente escogió uno que le daba mal rollo y se acercó hasta él. ⬎ Se asomó para ver si había alguien, pero no había más que dos contenedores llenos hasta arriba de basura putrefacta, y unos cuantos graffitis. Además de toda una gran variedad de orines impregnados por la pared. Suspiró y se fue al siguiente callejón esperando encontrar a las figuras y rezando para que no hubieran acabado ya. Jude era una buena pesca, regentaba un bar, pero no merecía perder un trabajo como ese. Y el siguiente callejón era exactamente igual que el anterior, tan solo difieren los graffitis de la pared y un mendigo, quizás muerto o quizás solo demasiado borracho como para siquiera incorporarse. Otro fallo. Esperaba que el siguiente fuera la definitiva. Cruzó la calle, corriendo a esconderse de la luz anaranjada que desprende el astro rey, y por fin llegó al callejón donde las tres figuras se hallaban congregadas. Formaban un pequeño círculo y tenían las cabezas agachadas, muy juntas, para evitar que quien pasará viera lo que se traían entre manos. Pero lo que se traían entre mano le daba igual a Blythe, ella venía por un encargo y dicho encargo era patearle el culo al del abrigo largo para sonsacarle una información valiosa para aquellos que podían pagar el precio adecuado. Así que se plantó en la única entrada y salida de ese callejón, con las piernas ligeramente abiertas y las manos sobre sus caderas. ⚊ Me habéis jodido un ligue, así que espero que me compenséis por ello. Los tres hombres se giraron precavidos, no muy seguros de haber escuchado correctamente. No tenía mucho sentido lo que decía la chica, así que no hicieron mucho caso a sus palabras. Y uno de los que estaba en el bar, el más delgado de los tres, que además carecía de pelo y tenía una curiosa cicatriz que le cruzaba la mejilla, se acerco hacia ella con pasos largos y seguros, para cogerla del brazo de no muy buenas maneras. Acercó demasiado su cara a la pelirrosa y pudo ver sus dientes podridos y destrozados del consumo de sustancias no muy buenas para el cuerpo y oler su aliento pútrido. ⚊ Las desviadas sois un error de la naturaleza. Y ahora lárgate. No me gustaría tener que patearte esa carita de niña buena. ⚊ Yo no voy a ninguna parte, y ahora suéltame. El otro chaval que había estado en el bar, el más ciclado de todos, que llevaba el cabello peor rapado de la historia seguramente, soltó una risotada y se río señalando a la pareja que se encontraba en la salida del callejón. Parecía una de las mejores bromas que nunca le hubieran contado. Hasta se retiró una lágrima de la comisura del ojo. La cara de la pelirrosa daba a entender que ese gesto podría tener consecuencias nefastas. ⚊ ¡Ay, ay! Una chiquilla que se cree guay por haber hecho cuatro pesas en el gimnasio.⚊ Hizo una pausa para enderezarse de nuevo y con uno de los gestos más repugnantes que una persona puede hacer escupió una flema a los pies de la pelirrosa. No tocó los zapatos de esta, porque sino no les hubiera bastado la tierra para correr. ⚊ No toques las pelotas y vete a meterle los dedos a la fofa de la camarera. No esperaba mucho de unos gillipollas que se reunían en un callejón oscuros, pero la verdad es que se estaban comportando como verdaderos cretinos. Qué si las desviadas, qué si era una pobre cría. De verdad, le estaban entrando unas ganas de partirles la crisma a todos ellos. ⚊ Tíos, en serio. Podemos hacer esto a las buenas. Tu amigo me suelta, y me dáis lo que quiero. ⚊ Hizo un gesto con la mano libre hacia la mano que la retenía y después los señaló a ellos en un gesto bastante elocuente.⚊ O podemos hacerlo a las malas. Me cabreo, hay bronca, y todo termina en una visita a urgencias. Cosa que creo que a ninguno de los presentes le hace la más mínima gracia. ¿Tenemos trato? El chico de los músculos volvió a soltar una risotada, doblándose mientras golpeaba su pierna con su mano. Como si una chiquilla de pelo rosa no le provocará el más mínimo miedo. El último personaje en entrar en el bar se mantenía impasible con cara de póquer, ligeramente curioso. Parecía que el asunto no iba con él. El larguirucho que tenía cogido a Blythe acompañó a su amigo en esas risas bastante perturbadoras, que intentaban asustar a la chica. ⚊ ¿Crees que puedes con nosotros? ⚊Habló el alto, otra vez demasiado cerca de Blythe que olía su repugnante aliento.⚊ Somos gente peligrosa, ex convictos, sin miedo a volver a la trena. Que nos ensuciamos las manos si hace falta. Así que una princesita como tú no nos da el más mínimo miedo. Parecían pasárselo en bomba a costa de la muchacha, la cual antes de volver a hablar, cogió la muñeca del que la tenía retenida. Su gesto y su voz se habían vuelto más secos y cortante, como si la bondad y la buena fe con la que venía se hubieran acabado. ⚊ He dicho que me sueltes. ⚊Pronunció cada palabra articulando las letras de forma pausada y muy marcada, miraba directamente a los ojos al que la retenía, esperando que comprendiera que tenía que soltar. Pero se la miraba divertido, quizás intentando descubrir qué podía hacer con ella, porque a pesar de que fuera una desviada seguía teniendo esa carita. Pero eso duró poco porque instantes después se oyó un sonoro clac, que fue acompañado de un desgarrador grito de dolor del hombre alto. Se soltó al instante, y Blythe hizo lo propio. Terminó con la espalda tocando la pared, cogiendose el brazo, con las facciones descompuestas, llorando de dolor, y con el más puro terror reflejado en la cara. ⚊ ¿Pero… Tú estás loca? ¡Qué me has roto la muñeca, so guarra! ⚊Su voz sonaba rota, le costaba hablar. A nadie le sienta bien que le rompan la muñeca. ⚊ Te había dicho que soltaras. ⚊La pelirrosa le hablaba como si fuera lo más normal del mundo. Terminó su frase con una sonrisa juguetona de nuevo en sus labios, para girarse y mirar a los otros dos.⚊ Veo que habéis escogido a las malas. Así que lo preguntaré. ⚊Miró directamente al que había estado parado, impasible durante todo el rato. El otro la miraba con los ojos desorbitados, aunque inyectados en sangre, no se había lanzado a por ella, porque le había pillado desprevenido y después había pensado que quizás no era buena opción.⚊ Dime todo lo que sepas sobre Gustave Kipplin. Pareció que esas palabras habían tocado algo en el hombre de la chaqueta larga, ya que chasqueó la lengua, como si hubiera sido pillado infraganti. Se pasó la mano por el pelo, antes de clavar sus ojos en los de la atrevida muchacha. ⚊ ¿Quién lo pregunta? ⚊Su voz sonaba dura y rasposa, con un ligero acento del este de Europa. Su gesto era neutro, tan solo había sido un segundo que se había visto alterado. ⚊ Alguien con el dinero suficiente como para pagarme. Así que te lo repito, ¿qué sabes de Gustave Kipplin? ⚊A Blythe se le acaba la paciencia, no había tenido mucha confianza en que la información saliera a las buenas, sabía que tendría que mancharse las manos, ya que sino habrían mandado a un negociador, no a un matón. Pero eran la clase de escoria por la que detestaba tener que hacer esas cosas. En realidad no eran más que un puñado de infelices que se pensaban que el mundo era suyo, cuando había demasiadas cosas que escapaban de su comprensión y criaturas que con solo respirar sobre ellos, acabarían con su estúpida existencia. Sentía pena por ellos. El de la chaqueta cruzó los brazos por encima de su pecho ladeando ligeramente la cabeza para mirar a la chica y hablar con mucha sorna. ⚊ No sé quién es Gustave… ¿Como has dicho de apellido? Blythe veía claramente cómo aguantaba una ligera risa tras ese semblante tan pétreo y eso le tocaba los cojones, porque significaba que tendría que sacarle las palabras una a una. La gente como él la ponía negra. ⚊ Gustave Kipplin. Y sé que sabes quién es, mis fuentes me han informado bien, así que empieza a cantar si no quieres que esto se ponga feo. ⚊Su tono dejaba poco lugar a la duda de la seriedad con la que contaban sus palabras, pero parecía que a él le daba igual. ⚊ Tus fuentes te habrán informado mal.⚊Dijo sin darle ningún tipo de importancia encogiéndose de hombros. Los otros dos acompañantes eran espectadores silenciosos, estaban cabreados con ella, pero se había instaurado una extraña sensación, como si aquellas dos personas no fueran normales, y con tan solo desearlo pudieran acabar muy mal.⚊ Y una cría como tú no me da miedo. Vale, le has roto la muñeca con una pasmosa facilidad, pero solo con eso no vas a conseguir asustarme. Blythe esbozó una pequeña sonrisa, mientras estiraba ligeramente el cuello y los hombros. La estaba retando, y nadie la retaba sin recibir su merecido premio por tan valerosa y estúpida acción. ⚊ Si solo estaba calentando. Esa información va a ser mía, te guste o no te guste. ⚊Acompañaba sus palabras de gestos claros y amplios, empezaba a pensar que era un poco duros de mollera y no estaban entendiendo lo que estaba pasando en realidad.⚊ O me das la información que quiero, o te sacaré palabra por palabra hasta tus más oscuros secretos con torturas que no eres capaz ni de imaginar, ¿entiendes? ⚊ Había hablado tranquila y con un ritmo adecuado como para que sus palabras hubieran caído como losas en ese espacio que llenaba el aire que los rodeaba. Oyó como el aterrorizado chico de la muñeca rota tragaba saliva, suponía rezando para no ser él el que tuviera la información.⬎ ⚊ No hay porqué acabar a malas. Dices que te han pagado para esto, ¿verdad? ⚊Hizo una pausa, como esperando que la chica contestara a su pregunta, pero era claramente una pregunta retórica qué contestó él solo. ⚊ Yo te pago más de lo que te pagan si te vas sin molestar más. Blythe cruzó los brazos mientras aquel hombre explicaba, no perdía de vista a los otros dos, que no paraban quietos como si estuvieran esperando a la orden de ataque. Ella se mantenía firme y alerta preparada para lo que fuera. Arqueó una ceja ante la indecente proposición del hombre de la chaqueta. ⚊ No me vendo fácil.⚊Y cuando vio que el otro iba a replicar, seguramente con que la cantidad que podía ofrecerle era vergonzosamente alta, levantó una mano haciendo que parase su avance y prosiguió.⚊ No es una cuestión de dinero. Quiero esa información. ⚊ Una dura competidora. ⚊Asintió con la cabeza con un sutil gesto, reafirmando su tono de desafío velado hacia la pelirrosa. Miro la escena conseguida, con aquellos brutos con ansias de sangre, y un poco de tiempo libre, así que empezó su apuesta.⚊ Y si… ¿Te pago con esa información un pequeño trabajo? ⚊ ¿Qué pequeño trabajo? ⚊Había captado aunque fuera levemente la atención de la chica. Tan solo dependía de que pequeño trabajo, aunque no se fiaba ni un pelo de un hombre como él. La pista de hoy había sido la única sólida a lo largo de toda la semana, y eso era muy raro, la gente dejaba más rastros a seguir. ⚊ Encargarse de unos pobres infelices que creen estar a la altura de los negocios que regento. Una tarea fácil para alguien como tú creo. ⚊Sus palabras eran suaves y su tono completamente melodioso, cosa que crispaba los nervios de la poco femenina adversaria. Sabía que no podía fiarse un pelo, pero si con eso conseguía la información que quería, podría hacerlo, era tan solo apalizar a unos estúpidos, el pan de cada día. ⚊ Podría intentarlo. Pero tendría que ser ahora, me esperan en casa. ⚊Hizo un gesto sobre el reloj, no iba a dejar que volviera a desaparecer. Ni hablar del peluquín, ella acababa el trabajo aquí y ahora. ⚊ Por supuesto. Los infelices son estos encantadores hombres carentes de modales que están aquí con nosotros. ⚊Las caras de desconcierto fueron generales. Blythe no terminaba de entender porque tenían que ser los clientes actuales, él mismo había ido a buscarlos. Seguramente sería una prueba. Por parte de ellos, su sorpresa no fue tan genuina, tenían pinta de esperarse una traición en cualquier momento, aunque quizás iban a ser ellos los traidores. Sus facciones evolucionaron hacia el enfado, y en un instante se estaban abalanzando hacia sus figuras cercanas. El de la muñeca rota lo probó con la chica, considerando que sería un objetivo más fácil. Su estrategia era burda, sin estrategia mejor dicho. Fue un ataque directo, que la pelirrosa ni siquiera intentó esquivar, tan solo bloqueo el puño con su mano izquierda, dejando al adversario bastante patidifuso, y con la mano buena, le soltó un gancho ascendente en el abdomen, cosa que tampoco vio venir. Siendo sincera no le gustaba pelear contra personas carentes de reflejos de combates, o que no saben más que atacar directo, pierde la gracia. El chico soltó otro alarido, solo que esta vez intentó callarlo para él. Terminó doblado de dolor en el suelo, seguramente luchando por respirar. Pero con un golpe seco por parte de la chica, dejó de sufrir y terminó en el suelo inmóvil. Se giró para ver como iba el otro incidente, para encontrarse la estampa del musculitos en posición de haber estado dominando la otra batalla, donde había sido un ataque y bloqueo constante, girado hacia su posición observando lo que había hecho. Soltó un montón de palabras en un idioma extraño para la chica, las cuales supuso que eran insultos, y se encaró hacia ella, con los brazos en alto. Era una mole corriendo, y como le diera de pleno podría hacerle mucho daño. Pero Blythe no es de las que se acobarda por un hombre grande corriendo, es de las que esboza una sonrisa de medio lado y se pone en posición de defensa para encarar la embestida que estaba por llegar. Así que con los pies clavados en el suelo, como si en el cemento se hubiera hundido, recibió el golpe de aquella mole. Consiguió hacer que sus pies retrocedieron ligeramente, retrasando su posición. Aunque eso no era lo que él esperaba, que con cara de asombro demostró que él sí sabía de peleas, y sabía que un momento de duda podría ser su perdición así que arremetió contra ella usando sus puños, en una lluvia constante de ataques. La chica a su vez se cubría y se protegía de los brutales puños con una maestría que seguía sorprendiendo al hombre. Su fuerza y su habilidad no se corresponden para nada con su imagen, su apariencia fibrosa ni su pelo de color rosa. Ella sabía que todo enemigo tiene un punto débil y era capaz de analizar los patrones de lucha, de ver los huecos, de entender cuál iba a ser su siguiente ataque. Esto le había salvado de infinidad de combates, y había hecho que la gran parte de sus dientes siguieran siendo naturales. Y también iba a sacarle de esta, y espera que fuera más pronto que tarde, que a pesar de tener la fuerza que tenía, la lluvia apabullante hacía que se fuera reduciendo lentamente. Miraba y buscaba donde se dejaba al descubierto, cuál era su manía y su mal gesto, quería saber donde podía atacar y doblarlo de dolor. Pero se cubría bien, y atacaba con tanta fuerza que hacía que casi todos sus músculos tuvieran que centrarse en cubrir su cuerpo. Pero veía como había estado desgastando su paciencia, no estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera tanto, veía la ira en sus ojos, como la miraba y apretaba los dientes. La rabia es impredecible, pero eso mismo la convierte en una buena aliada de alguien como Blythe. La gente furiosa deja flancos, no cuida su estilo y tan solo hace gala de fuerza, lo cual facilita completamente el trabajo de la chica, así que tan solo tenía que esperar a que le mostrase el cambio a su derrota, y ganaría. Y allí estaba, en su costado derecho. Justo donde acaban las costillas. Se descubre demasiado al hacer el gancho con toda su fuerza. Así que ya lo tenía, tan solo tenía que clavar la pierna derecha, y con el mismo impulso que él descargaba el puño contra la guardia de Blythe, ella le soltó un rodillazo en aquel mismo flanco con la misma inercia, aunque la diferencia de fuerza era patente. Ese golpe sonó feo y se vio reflejado en la cara del hombre, que pasó de la furia al dolor, a la congestión. Cogió aire con fuerza y parecía que era una gesto inútil. Se alejó un paso de la chica, sin comprender qué había pasado, cómo podía una chiquilla como esa haberle dado semejante golpe. Esa pelirrosa no era normal, y no había sido capaz de verlo hasta ese momento, su fuerza era sobrehumana: de una sola patada le había roto la costilla y se la había hundido en el tórax. Tragó saliva, sospechando el trágico final que tendría ese enfrentamiento.⬎ ⚊ En realidad no te quiero mal. No quiero matarte ni nada, pero me has agredido y eso si que no te lo voy a pasar por alto. ⚊La sonrisa que acompañaba a estas palabras no ayudaba a que la mole se calmara, parecía tan autosuficiente, tan capaz, y había demostrado que tenía la fuerza suficiente como para haberlo bloqueado y golpeado con tal brutalidad, que tan solo podía sentir como unas gotas de sudor frío le bajaban por la espalda. Aunque no tuvo tiempo de nada más, ya que esta vez, fue la pelirrosa la que se lanzó a atacarle. Descargó un golpe tras otro, con la habilidad, la seguridad y con la fuerza de mil demonios, hasta que el hombre que se vio superado por ellos; acabó de rodillas en el suelo, incapaz de seguir cubriéndose. La chica se paró en ese momento, y se quedó erguida mirándolo. Y por fin lo entendió todo. Ya no veía a una chica de unos veinte años, ataviada con ropa vulgar, con el pelo rosa y un peinado alternativo, sino a un ser magnífico, con una fuerza y una vitalidad únicas, con un brillo propio. Y supo que nunca había tenido una sola oportunidad contra ella. Pero Blythe no había acabado, así que estampó su puño en su cara, seguramente partiéndole la nariz, y haciendo que perdiera la consciencia, cayendo como un saco de patatas. Se giró para enfrentarse al que desde un principio había sido su rival, el cual la miraba altivo y sonriente, ni remotamente asustado por la exhibición presenciada. La chica relajaba las manos, abriendo y cerrando los dedos, y sacudiendolas en el aire, mientras avanzaba lentamente hacia él. ⚊ Trabajo hecho, ahora quiero mi información. ⚊Se estaba empezando a cansar. Había tenido que noquear a dos personas, para conseguir la información que ese sucio ratero no quería darle, así que se estaban empezando a acabar las ofertas. ⚊ Había oído hablar de ti. Pensaba que eras una leyenda. Cabello rosa, ojos azules y cuerpo musculado. Fuerza bruta, ¿verdad? ⚊ La misma, y si ya sabes quién soy, sabes que mi paciencia tiene una mecha muy corta. Y si no quieres acabar como tus amigos…. ⚊Hizo un gesto con la mano señalando a los cuerpo que yacían tras de ella. ⚊ Te imaginaba más… ⚊Siguió hablando como si esa amenaza hubiera caído en un saco vacío, ajeno a la situación, al peligro que podría representar la chica. ⚊ ¿Más alta? ¿Más pelirrosa? ¿Más atractiva? ¿Más sexy? ¿Más dulce? ⚊Hizo una pausa demorando durante un segundo su siguiente intervención y avanzando claramente hacia él.⚊ ¿Más paciente? ⚊ No, más hombre. ⚊Encogió los hombros con suavidad, como si la cosa no fuera con él.⚊ No es nada personal, es solo el rol de la sociedad. Supongo que la mayoría no quiere admitir que le ha ganado una chica. ⚊ Será eso. ⚊La chica suspiró hastiada por la espera y la situación, y ya se había plantado delante de él, con escasa separación.⚊ ¿Me lo vas a contar o tengo que sacarlo a golpes? ⚊Golpeó la palma de su mano con su puño, ya que parecía que hablaba con una maldita pared que no comprendía sus palabras, quizás sus gestos fueran más claros. ⚊ Lamento decirte que no te voy a dar información sobre Gustave Kipplin. Aprecio mi vida. Y sin ánimo de ofender, él me da más miedo que tú. ⚊ Veo que hasta aquí ha llegado la negociación. ⚊Y sin esperar la respuesta de su otra parte, se lanzó con un gancho de derecha hacia su adversario, el cual la paró con una pasmosa facilidad, dejando a la chica algo parada. La gente no era capaz de verla venir, y menos aún de pararla. Ese mismo instante de duda fue aprovechado por él para descargar su puño contra la mandíbula de chica, la cuál no fue capaz de protegerse a tiempo y terminó con el labio partido. No cabría en su asombro. ¿Quién era él y cómo le había golpeado de esa forma? ⚊ Me presentaré. Soy Paul Graham, y sí, trabajo para Gustave Kipplin. Y para tu grata sorpresa no soy un mortal al que puedes asustar con tus amenazas… ⚊A medida que iba pronunciando esas palabras sus apariencia fue cambiando. Era sutil, ligero, cuando la chica parpadeo delante no tenía al mismo hombre que antes. Ahora tenía la cabeza de un felino de gran tamaño, había crecido y un suave y corto pelaje cubría la extensión de su cuerpo. Sus manos ahora acababan en garras con unas uñas negras como la noche. Y con una sonrisa de medio lado, completamente escalofriante, dejó entrever unos dientes grandes y puntiagudos. La sangre se heló en el cuerpo de la chica.⚊ Deberías informarte mejor de con quién te metes. Los Rakshasa no somos enemigos que buscas. Blythe había retrocedido ligeramente, había oído sobre los Rakshasa, eran una raza temible, que se dedicaba a sembrar el mal y el caos allí donde iba. Pero lo que la hizo apartarse fueron esas garras azabache, sabía de su poder, de su letalidad. Un solo toque, y morías. ⚊ Chica lista. Y ahora me voy. Deja de meter la nariz en nuestros asuntos. ⚊Y dicho y hecho. Antes estaba y ahora ya no. Por fin soltó el aire que había estado reteniendo. La habían pillado con la guardia baja, sin embargo ya sabía a qué se enfrentaba, así que no iba a rendirse. Eso no le pegaba para nada. Al tragar saliva, noto el característico sabor a hierro que emana la sangre, así que se tocó el labio allí donde había recibido el golpe para ver que, efectivamente, se lo había abierto. Chasqueó la lengua, cabreada, y se fue zumbando del callejón, antes de que nadie la pudiera ver o relacionar con aquello. Se llevó la herida del labio hacia el interior de la boca, mientras sacaba el móvil de uno de sus bolsillos. Buscó entre los contactos, hasta dar con el que buscaba. ⚊ La cosa se ha complicado. ⚊Y aguardó la respuesta de su interlocutor.⚊ Necesitaré la ayuda de Dani. ⚊Otra pausa, seguramente otra pregunta.⚊ Son rakshasa, saben ocultarse. ⚊La persona con la que estuviera hablando le empezó a dar directrices, ya que la pelirrosa iba asintiendo con la cabeza cada poco tiempo. ⚊ No te preocupes, Hoshi, siempre acabo mis trabajos. Dicho esto colgó el teléfono, mientras lanzaba un escupitajo manchado de sangre al borde de la acera por la que se alejaba. El sol estaba muy bajo, era prácticamente de noche, el momento en que las criaturas más tenebrosas salían a buscar a su siguiente víctima, criaturas como ella, pero la luz del móvil de la chica la hizo salir de esa ensoñación, para revelarle que tenía un mensaje. Número desconocido. Desconfío, aunque no creía que fuera ninguno de sus enemigos, habrían ido directamente a por ella, así que lo abrió para encontrarse un mensaje que hizo que se olvidará de alguna criatura que tenía la mala suerte de haberse cruzado en su camino y que la obligó a sonreír a pesar de que eso significará dolor en el labio: “Terminó el turno a las diez. ¿Vienes a por mí? Jude”. La noche no había hecho más que mejorar. Respondió afirmativamente antes de guardar el móvil y encaminarse a algún lugar donde curarse medianamente ese labio, sino lo que se planteaba como un víspera de placer se iba a convertir en una tortura.

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